A diferencia de lo ocurrido en otras regiones de América, en
nuestro país no fueron frecuentes 105 procesos por
hechicería. Sin embargo los pocos que hubo no dejaron
de condenar a una triste suerte a los infelices
acusados por practicar algún tipo de brujería e
investigados de acuerdo con las creencias de la
época. Tal fue el caso de una esclava negra en el
Tucumán, de principios del siglo XVIII. El drama se
inició en Octubre del año 1703, cuando un vecino
Francisco de Luna y Cárdenas, denunció ante el
alcalde Miguel de Aranciaga, que su esclava Inés
había causado la muerte de su padre y de dos de sus
hermanas - y ahora tiene postrada en cama a mi mujer,
que se halla con pocas esperanzas de vida-o Esta
acusación estaba avalada por el Dr. Juan de Vargas
Manchuca. Una de las experiencias realizadas por el
galeno consistió en cocinar en una olla un trozo de
jabón y comprobar que una vez frío el líquido se
convertía en una semejanza de leche cuajada en temple
muy subido. Al cabo de otros experimentos igualmente
demostrativos, el médico mantuvo una charla con la
esclava y comunicó al denunciante que al otro día su
esposa estaría curada, inclusive también él se
encontraba afectado por la hechicería. Ante semejante
testimonio el Alcalde no dudó en poner en marcha el
aparato legal para esclarecer los hechos y castigar a
los culpables. Ordenó apresar a la hechicera y citar
al médico. El Dr. Manchuca confesó que en su
conversación con la negra Inés ésta le había
confesado haber puesto -un viento- en la cabeza de su
ama y otro en la espalda de Don Francisco. Otra
testigo aseguró que la morena había hechizado a la
mujer del maestre de campo Simón de Ibarra- ya que
lavándole la cara a la difunta le brotaron espinas en
la cara-, además agregó la testigo,-ha tenido mala
fama la dicha negra de pública hechicera- y que oyó
decir que la acusada había muerto a una hermana de su
amo y a otra de María Cancino. El cúmulo de pruebas
terminó por abrumar a la pobre esclava que por pedido
de su patrón fue sometida al tormento, apremiada por
terribles torturas reconoció que era hechicera, dio
detalles de sus maleficios y confesó que había
pactado con el demonio que aparecía cuantas veces
ella lo deseaba. La negra Inés fue condenada a pasear
por las calles de esta ciudad en una bestia
abominable (...) Y acabado el paseo la lleven al
lugar de suplicio apartado para evitar el escándalo,
allí fue encendida en una hoguera, previamente muerta
de un garrotazo, luego su cuerpo fue consumido por la
voracidad de las llamas. La cruel sentencia se
cumplió el 1º de Diciembre del año 1703.
Información extractada de la Enciclopedia Argentina.
Editorial Abril. Educativa y Cultural. Editor César
Civita. Avalada por el Instituto Geográfico Militar.