Antes de que la Conquista bajara del Perú como un
torrente y alterara por completo la vida y la
evolución de sus grupos, el territorio estaba
habitado por varias parcialidades aborígenes que
poseían diferentes rasgos culturales...
Los más evolucionados eran los diaguitas-
calchaquíes, que vivían en los valles del oeste.
Excelentes tejedores y alfareros, tenaces
cultivadores, hacían germinar en terrenos despejados
de piedra con infinita paciencia y regados por
acequias construidas ingeniosamente el maíz y el
zapallo. Guanacos, llamas, y vicuñas les brindaban
carne, leche y lana. En cuanto a la minería les
proveía los metales con los cuales fabricaban armas,
adornos y algunos utensilios. Hacia el este, lejos de
estas rocosas tierras moraban los lules, los vilelas,
tonocotes y alguna otra parcialidad influenciada por
los pueblos chaqueños. Lules y vilelas eran recolecto
res y cazadores pero no alcanzaban el desarrollo
cultural de los tonocotes, agricultores y alfareros
oriundos de las cercanías del actual embalse Río
Hondo. A pesar de estas diferencias los primitivos
tucumanos tuvieron una reacción común a la invasión
de los conquistadores. El primer español que comprobó
cuán arduo sería someter a los dueños de esta tierra
fue Diego de Almagro, luego ocho años más tarde Diego
de Rojas que pagó con su vida, el haber descubierto
las fértiles llanuras orientales, el riquísimo país
de Tucma, el fin de Rojas no disminuyó el ímpetu de
la Conquista, continuaron invirtiendo dinero en armas
y hombres en nuevas expediciones de exploración y
colonización.