Recordemos quiénes fueron los habitantes primitivos de
nuestro país...
"El
hombre fue dejando huellas sobre la dura geografía
jujeña, marcas en las piedras, luego terrazas de
cultivo que crearon fertilidad donde no existía,
o
fortalezas y construcciones que otros hombres
descubrieron después. Pero el ayer indígena resucita
permanentemente en ceremonias y festejos o vibra
en la ancestral habilidad de los alfareros, es
obvio que ese pintoresquismo va unido a una
realidad económica y social. Los hijos de la Puna que
derraman toda su alegría en los carnavales, vegetan en
la soledad del altiplano, otra
cosa
nos sugieren los arreos de llamas,
o
el audaz rítmico del colla, allí el tiempo esta
detenido y para ponerlo en marcha hace falta eliminar
el analfabetismo, multiplicar las posibilidades
económicas, y no olvidar que esos ponchos jujeños
esconden la pobreza
más absoluta...
Los Hombres de Piedra
Miles
de años atrás, la tierra jujeña era recorrida por
antepasados remotos de las desarrolladas culturas que
encontraron los españoles, cuando irrumpieron en tren
de conquista por la Quebrada de Humahuaca. Allí
encontraron los tilcaras, purmamarcas, uquías, jujuys y
otras tribus. Los blancos observaron la similitud
racial y la cultura que había de todos los aborígenes,
ignorando las diferencias, utilizaron una sola
denominación: omaguacas. En realidad resultaba difícil
diferenciarlos, vivían en casas con paredes de piedra,
techadas con paja y barro, se agrupaban densamente en
los sitios de fácil defensa y se vieron obligados en
ciertos casos a fortificarlos, y construían entonces un
Pucará. La agricultura era una ocupación primordial, el
suelo pedregoso en declives, imponía la construcción en
las faldas de los cerros, de andenes o bacanales de
cultivo, libres de piedras y rodeadas de pircas. Los
bacanales semejan una enorme escalera con peldaños que
trepan por los faldeos. Para el riego había que tender
acequias para dirigir en forma conveniente el agua de
los manantiales o que bajaba por los arroyos, después
de estas tareas había que deshacer los terrones más
duros y preparar la tierra con rudimentarias palas.
Allí crecían el maíz, la papa y la quenoa, alimentos
básicos que se complementaban con la carne de los
guanacos, vicuñas y algunas aves. La llama era animal
de carga, y proveía de la lana y cuero para su
vestimenta. Los indígenas puneños labraban
perfectamente la piedra, el hueso y los metales, no se
sabe mucho de sus creencias religiosas y su
organización social. Con la conquista la influencia
incaica había introducido el culto del sol y la luna,
pero se supone que anteriormente, la cultura quebradeña
adoraba las fuerzas de la naturaleza y los animales.
Cada tribu tenía su cacique y un consejo que entendía
en todos los asuntos de interés general. La guerra
estallaba a menudo entre las diferentes tribus, pero
cuando los españoles arribaron el peligro común los
obligó a confederarse.
Información Extractada de
Enciclopedia Argentina, Editorial Abril, Educativa y
Cultural. Editor César Civita.
Avalada por el Instituto Geográfico Militar. |