Cuando Catamarca aún no tenía nombre
ni existía siquiera en la imaginación de los
adelantados que desembarcaron en el río de la Plata, en
su tierra moraban las tribus calchaquíes, pomanes, y
diaguitas, pueblos sometidos a la influencia del
inmenso imperio de los Incas. A pesar de la dependencia
que los unía al imperio incaico, ellos conservaron sus
hábitos y costumbres, alcanzaron excelente desarrollo
socioeconómico resguardando la unidad como pueblo y
distinguiéndose por la organización de sus aldeas. Eran
expertos agricultores, realizando trabajos para detener
la erosión de los cerros, dominaban la técnica de
riego, utilizaban las acequias para distribuir el agua
entre todos los pobladores. En el aspecto religioso
veneraban al sol y los árboles, de manera especial al
algarrobo porque gracias a sus frutos producían el pan
de patay y la aloja una bebida espirituosa que aún hoy
se elabora en Catamarca y que la copla popular exalta
con humor:
Miren que diabla es la aloja
machacada en el mortero.
Se me sube a la cabeza.
como si fuera un sombrero.
Pero no solo se
destacaban por la aloja sino que también por las
artesanías, principalmente por el arte del tejido, "no
hay rancho en Catamarca que no tenga uno o dos telares,
con su torno para hilar y otro para desmontar el
algodón". Importantes son los testimonios que dejaron
los habitantes de la llamada "tierra de los valles",
como los que todavía se observan en Laguna Blanca, en
ellos se reflejan algunos aspectos de la vida
cotidiana, la vestimenta (que según se deduce usaban
túnicas hasta la rodilla) o la manera de servirse de la
llama como medio de transporte.
Las Montañas de
los Dioses ocultos: De esa herencia indígena los
habitantes catamarqueños aprendieron a reverenciar la
tierra, a cantarle, por esto en cualquiera de sus
pueblos la copla es ley y la leyenda una presencia de
la vida cotidiana. Los dioses son familiares, de
corporizarse alguna vez lo harían en forma de labriego
o pastor, habitan en la montaña, "La Pachamama" es la
madre tierra, de ella dependen la abundancia en las
crías, la siembra y cosecha del trigo. Rendirle culto
es habitual y para ello se crearon infinidad de ritos.
"El Llastay", es el dios encargado de proteger a todos
los animales de la montaña, aparece cuando no se ha
pedido permiso para cazar, o cuando el cazador deja las
crías desamparadas, su castigo puede ser terrible, como
el de soñar con animales dorados o de plata que jamás
se pueden alcanzar. "El Sachajoy", el guardián de los
bosques, se esconde y transforma su tamaño, detrás de
un árbol o de una bella flor, vigilando a aquellos que
destruyen la vegetación. Espanta a los que se atreven a
talar los bosques imitando las voces de hombres, de
perros y hasta de fieras. Así las tres deidades mayores
de la tradición catamarqueña se emparentan con la
productividad, tierra, ganado y vegetación pilares de
la economía primaria de la región de los valles. Pero
los hombres y mujeres de Catamarca no se alejan de su
fe cristiana. Entre los santos honrados en distintas
fechas del calendario, se destaca la celebración de la
Virgen del Valle, miles de turistas llegan a la capital
desde todas la provincias para rendirle
Culto - 8 de Diciembre.
Información extractada de la Enciclopedia Argentina.
Editorial Abril Educativa y
Cultural S.A. Editor César Civita. Publicación avalada
por ellns1. Geográfico Militar. |