HISTORIA
Después
del fracaso del alzamiento porteño de 1880, que obligó a la
Provincia a entregar su capital histórico "su alma, su
cabeza, su brazo", dirá Saldias, las autoridades surgidas de
ese episodio se dispusieron a reparar la tremenda perdida,
rápidamente, sin lamentaciones ni nostalgias.
Cinco años
bastaron para que el fenómeno de la nueva sede bonaerense
empezara a llamar la atención de la opinión mundial. Se la
comparaba con Washington, nacida también después de una
meditada decisión política destinada a afianzar el sistema
federal.
La Plata era,
sobre todo, el mejor ejemplo de la capacidad creadora de los
argentinos.
Moderna en su
concepción urbanística, distinta en las características de
su sociedad, exenta de las tradiciones hispánicas que
pesaban sobre las otras ciudades del país.
Resumía el
espíritu "positivo" del siglo y el optimismo dispendioso de
la década del 80. "Me voy para La Plata/ la nueva capital/
que allí se gana mucho/ con poco trabajar..." Esta copla
entonada por la legión de empleados públicos y albañiles
italianos que fueron sus primeros habitantes, refleja
aquella ciudad prodigiosa, surgida como por encantamiento
del suelo pampeano.
Después de la
Capitalización
La ciudad de
Buenos Aires había sido la capital del virreinato del Río de
La Plata y la sede de los gobiernos patrios. Fue confirmada
como cabeza de la República por la Constitución de 1853,
pero los porteños rechazaron esta imposición: no querían
ceder su ciudad, su aduana, sus rentas.
El punto fue
uno de los temas conflictivos que provocaron la separación
de la Provincia de Buenos Aires del resto de la
Confederación. Después de Pavón (1860) se llegó a un
compromiso: el gobierno nacional permanecería en la ciudad
porteña a título de "huésped", y la Provincia de Buenos
Aires sería la anfitriona.
La
situación se prolongó a lo largo de las presidencias de
Mitre, Sarmiento y Avellaneda. Al ser vencida la
insurrección de Tejedor contra la triunfante candidatura de
Roca, el nuevo presidente aprovechó para terminar con el
histórico problema: el Congreso sancionó la Ley de
capitalización de Buenos Aires, y la Legislatura bonaerense
no tuvo otro camino que ceder el ejido de la ciudad a la
Nación.
El Dr Dardo
Rocha fue investido como Gobernador de la Provincia, el 1 de
Mayo de 1881, y dijo en su discurso "Debemos esperar que en
un breve tiempo levantemos una ciudad populosa y floreciente
que, para las necesidades administrativas y políticas,
reemplace en cuanto sea posible a la antiguacapital". Se
formaron dos comisiones que tuvieron a su cargo la elección
del lugar apropiado para levantar la nueva capital.
Finalmente,
luego de rechazar varios lugares, se eligió el partido de
Ensenada, cercana a la boca del Río de La Plata y conectado
con Buenos Aires a través del ferrocarril. Reunía las
condiciones condiciones ideales.
Eso sí, era
preciso fundar una ciudad desde sus cimientos, porque el
sitio no era otra cosa que montes, lomas y bañados,
recorridos por liebres, perdices y vizcachas, que servían de
pastoreo a las haciendas de las estancias cercanas.
Los únicos
habitantes de esas extensiones eran los puesteros de Martín
Iraola y los pobladores de Tolosa, una pequeña localidad de
7.000 habitantes, fundada en el año 1871.
Entre
marzo y abril de 1882, la Legislatura de Buenos Aires
consideró el tema de la nueva capital, que recibió entonces
su nombre definitivo, La Plata. Muchas críticas y polémicas
en los periódicos porteños; Sarmiento salió a la palestra
vaticinando sombríos pronósticos.
Entretanto
sin hacer mucho caso a estos y otros desdenes, las
autoridades provinciales habían fijado fecha para la
fundación.
Sería el 19
de noviembre, fiesta de San Ponciano, Patrono de la ciudad.
La piedra fundamental debía colocarse en una urna que sería
enterrada en el centro de lo que habría de ser, con el
tiempo, la plaza principal.
Febrilmente
comenzaron los preparativos de la ceremonia, que se había
proyectado para que tuviera una gran majestuosidad.
Se abovedó
con conchillas el trayecto entre la estación y la plaza y se
cursaron las invitaciones generosamente.
Ante todo
faltó el padrino, el Presidente de la Nación, Gral.Roca
quien se hizo representar por el Ministro Victorino de la
Plaza.
Pero lo que
malogró la fiesta fue el calor: la jornada resultó tan
bochornosa que el gigantesco asado se arruinó y los
invitados y los visitantes de los pagos vecinos volvieron
hambrientos y sofocados a sus casas. Con todo, la ceremonia
siguió adelante, con carreras de sortijas y
fuegos
de artificio.
La estructura
levantada en la plaza, que los fotógrafos recogieron para la
historia estaba constituida por palcos, arcos triunfales y
leyendas como "Paz y Libertad"; "Orden y Progreso"; "Vías de
Comunicación y Vida Municipal"; "Educación común y sufragio
libre"; "No basta odiar la tiranía, es necesario amar la
libertad".Como se advierte, todo un programa ideológico,
coherente con la iniciativa que empezaba a concretarse en
medio de los calores de la jornada, que, de hecho, deberían
haber sido previstos, dado lo avanzado del mes de noviembre.
Y así empezó
la "ciudad milagro". A fines de 1884 los poderes públicos de
la provincia se instalaron en La Plata.
Los edificios
estaban a medio terminar y los muebles fueron ubicados como
se pudo, probablemente, el apuro se debía a presiones del
gobierno nacional, cuyo titular no compartía las
aspiraciones presidenciales de Dardo Rocha.
Sea como
fuere, los informes del Departamento de Ingenieros, los
periódicos, los relatos de los viajeros y la cámara
fotográfica fueron registrando semana tras semana, mes tras
mes, año tras año, los espectaculares progresos de La Plata.
El Prodigio de
las Pampas
La nueva
capital bonaerense fue un auténtico prodigio edilicio,
urbanístico y demográfico. En 1882 tenía 7.000 habitantes;
para el centenario, su población ascendía a 100.000 almas.
El
impulso con que había surgido la ciudad se debió a varios
factores, entre ellos, la premura con que se abrieron los
concursos internacionales para proyectar los edificios
públicos.
El carácter
monumental que se infundiría a la ciudad, la preocupación
por los espacios verdes, las calles anchas, las plazas
numerosas y el trazado original, susceptible de ensancharse
o prolongarse como en las exigencias higiénicas del
proyecto, evidenciadas en el requisito de que el diseño
brindara facilidades para la limpieza diaria, la extracción
de residuos y la provisión de agua.
Mientras se
iba convirtiendo en realidad, La Plata cobraba dimensión y
vida propia, a pesar de haber nacido sin infancia previa.
Comenzó a
tener conciencia cultural y a elaborar su leyenda. Hacia
fines del siglo pasado, la ciudad ya era una sólida realidad
urbanística, política y económica.Tenía una sociedad propia,
orgullosa de su radicación, que se jactaba de sus calles
iluminadas con electricidad y de su Teatro Argentino.
Una sociedad
nueva sin la carga de tradiciones anteriores que hicieran
difícil su fluidez, en la que se destacaban algunos hombres
que le daban lustre como Pedro B. Palacios (Almafuerte) o,
años más tarde el novelista Benito Lynch.
Una comunidad
que incluso podía alimentar su memoria con hechos de armas,
como los que ocurrieron en 1893, cuando la revolución
organizada por Hipólito Irigoyen ocupó el gobierno por unos
pocos días.
Así,
ennoblecido por los tilos y refrescado por el hermoso bosque
el paisaje urbano de La Plata tenía características únicas
en el conjunto de las ciudades argentinas.
REPUBLICA DE LOS NIÑOS -
Historia del
Proyecto
Un
lugar de fantasía y encanto
La mágica y encantadora República de los Niños se
levantó hace medio siglo en un predio de 53 hectáreas
ubicado en la localidad de Manuel B. Gonnet, sobre
el camino General Belgrano, partido de La Plata, en tierras
que pertenecían al antiguo campo de golf del "Swift
Golf Club" destinadas a los frigoríficos ingleses
asentados en la región.
La construcción, que comenzó en 1949 durante la
gobernación del Cnel. Domingo Mercante, fue
realizada por la empresa CAPRESA y financiada con recursos
provinciales a través del Instituto Inversor de la Provincia
de Buenos Aires con el objeto de poder construir el complejo
en un tiempo record. En la edificación trabajaron
1600 obreros que se alojaban en las barracas dentro
del mismo predio.
Luego de dos años de continuo trabajo, fue
finalmente inaugurada el 26 de noviembre de
1951
por el entonces presidente de la Nación Tte. Gral.
Juan Domingo Perón. A partir de ese momento,
numerosos contingentes de alumnos de nuestra ciudad, con
participación de escuelas de la provincia de Buenos Aires,
eligen las autoridades del Gobierno Infantil y debaten en
los recintos distintos temas de interés desde su mirada
niña.
Considerado el mayor emprendimiento infantil de
Latinoamérica y primer parque temático de América,
la República de los Niños fue fundada con un doble
propósito: el de esparcimiento creativo en un mundo de
sueños y cuentos ligados a la infancia y el de aprender a
ejercer los derechos y obligaciones que en todo país
democrático poseen los ciudadanos.
Por aquellos años, Walt Disney visitó el lugar
y sorprendido por tanta belleza se inspiró para construir
más tarde Disneylandia, en la ciudad de California.
El paisaje de la República de los Niños
presenta zonas onduladas, espacios verdes parquizados, una
añosa arboleda con variedad de especies y una depresión
central que por drenaje natural de las aguas conforman un
lago con islas.
El predio se halla sectorizado en tres áreas:
urbana, rural y deportiva. El área urbana posee
senderos, calles y singulares edificios que constituyen un
eje central denominado Centro Cívico donde se concentran las
construcciones que albergan las instituciones del Gobierno
de la República. Siendo los niños los destinatarios de este
maravilloso emprendimiento, el objetivo fundacional fue
construir los edificios a su escala para que puedan
vivenciar el funcionamiento de las instituciones
republicanas, formándose en los principios democráticos.
Castillos, palacios orientales, restaurantes,
edificios públicos y hasta la misma Capilla en
donde se suele oficiar misa, respetan esa ley lo mismo que
sus muebles.
La reducción acorde a niños de 10 años no ha quitado encanto
ni posibilidad de goce del paseo por parte de los adultos
sino que, por el contrario, los obliga a retrotraerse a su
infancia.
El equipo proyectista y ejecutor de las obras fue encabezado
por los arquitectos Lima, Cuenca y Gallo que
tomaron como fuente de inspiración los cuentos de Andersen,
los hermanos Grimm y las leyendas narradas por Tennyson y
Mallory para planificar y dirigir su construcción con
influencias de estilos medievales, europeos e islámicos.
El edificio del Banco Municipal Infantil
situado frente a la plaza principal, Plaza San Martín,
es una réplica del Palacio Ducal de Venecia;
cerca de allí se levanta otra construcción, el
Palacio de Cultura, inspirado en el Taj
Mahal de Agra, de la India, en donde tiene su sede
el Museo Internacional del Muñeco.
En la Capilla, bajo la advocación de la
Virgen de Lourdes, con grandes planos de
techos normandos, galerías laterales y torres con
campanarios; la Casa de Gobierno con
ventanas de estilo gótico coronado por un techo de
imaginativas formas elevadas a manera de torres y miradores,
cierran la Plaza San Martín.
En torno a la Plaza de las Américas, ubicada en el extremo
opuesto y comunicada por una calle peatonal, flanqueada por
comercios, se encuentra la Legislatura inspirada en
el Parlamento inglés, que alberga los recintos de
las Cámaras de Diputados y Senadores del Gobierno Infantil
de la República, conformado por alumnos de las escuelas
locales.
Un gran espacio de juegos enfrenta al edificio del Palacio
de Justicia con su sala de audiencia, despachos y en el
subsuelo una pequeña cárcel.
Además cuenta con un estudio radiofónico "Radio República",
la primera radio infantil del país, con salida a la galería
que separa la plaza con el espacio circundante.
Fuera de este sector se ubican construcciones como
el Estadio, la Casa del Niño, los edificios de la Marina,
Ejército y Aeronáutica.
La República de los Niños, que a partir de 1979 pasa
del ámbito provincial al municipal, es única en el
mundo constituyendo un lugar infantil donde convive la
formación ciudadana, las actividades recreativas,
educativas, culturales, sociales, científicas y deportivas.
EL MUSEO DE LA PLATA
El
Museo de La
Plata es un
museo de Ciencias Naturales y a diferencia de otros museos
de este tipo, incluye Ciencias del Hombre como
Arqueología, Antropología, Etnografía, etc.
Fuente:
Tomado del sitio:
http://www.laplata.gov.ar/ |