Las
danzas del folklore
argentino se dividen en
colectivas, individuales y
en pareja.
Entre las
variedades de esta tercera
categoría están las llamadas
enlazadas tradicionales
argentinas, en las que se
destacan varias danzas
europeas que llegaron al
país. Algunas, a pesar de su
folklorización, mantienen su
nombre de origen: chotis,
mazurca, vals antiguo y
polka, la que más se sigue
bailando.
De ellas
han derivado otras danzas
locales que parecen más
acriolladas, como la
chamarrita y el chamamé.
En lo que
hace a la mazurca, sufrió
una folklorización
característica en el campo
uruguayo. Conservó el paso
saltado con flexión de la
rodilla, pero se convirtió
en una especie que poco
tiene que ver con la danza
importada de Europa.
La
mazurca nació en el siglo
XVI, en el Palatinado de
Masovia, en Polonia, de
donde tomó su nombre. Llegó
al Uruguay en 1851, el año
en que Urquiza rompió el
largo sitio de Montevideo,
adoptando en este país el
posterior nombre de
ranchera. Un trabajo del
Instituto de Investigaciones
Musicológicas Carlos Vega
sostiene que, entre 1847 y
1850, llegaron a estas
tierras vía París, la
mazurca de Polonia y el
chotis alemán.
En el
caso de Buenos Aires, llegó
por la misma vía en esos
mismos años, junto con otras
danzas como la mencionada
polca y la habanera. Se
bailaron tanto en los
salones de las ciudades,
como en la zona rural, con
sus adecuaciones.
En su
libro de memorias, el
General Ignacio Fotheringham
-un inglés que de joven
llegó circunstancialmente a
Buenos Aires e hizo carre ra
militar, destacándose en la
Guerra del Paraguay y la
Expedición al Desierto- al
describir la vida en los
bajos fondos de Buenos
Aires, dice que "también el
Hotel Oriental, al que le
quitaron el Orien y dejaron
Tal, era rendez-vouz de
aristocráticos,
entusiasmados para
coreográficos lucimientos de
milongas de corte especial y
de ciertas mazurcas de
quebradas horizontales y
agachadas, que echaban
tierrita en el hombro a los
del barrio de Retiro, famoso
por su válgame el cuerpo y
la vista..."
En la
edición del periódico "El
Independiente", de Rosario,
del 27 de agosto de 1882, se
puede leer el siguiente
suelto: "En un baile, en las
inmediaciones de la Plaza
General López (Estanislao)
se habían reunido antenoche
varias damas de la high life
de los suburbios, con objeto
de bailar en celebración del
cumpleaños de la dueña de
casa. Doña Anastasia, que
así se llama esta última,
había preparado una orquesta
compuesta de arma y
acordeón. Al compás de una
mazurca con quebraditas se
balanceaban varias parejas".
El
mencionado artículo del
Instituto de Investigaciones
Musicológicas Carlos Vega
plantea que la mazurca tuvo
que ver en los orígenes del
tango, al afirmar que la
mazurca se bailaba con
quebradita antes que el
tango irrumpiera en los
salones suburbanos. Señala
que la mazurca se bailaba
con corte y quebrada, al
igual que otras danzas
europeas que habían llegado
a estas playas y que de la
ciudad habían pasado a la
campaña rural.
Esta
teoría incluso sostiene que
en el origen del tango hay
más elementos del vals, la
polka y la mazurca (danzas
de origen europeo que fueron
criticadas por deformar las
danzas folklóricas
tradicionales), que del
pericón o del gato.
Los
organitos
Ventura
R. Lynch, refiriéndose a la
provincia de Buenos Aires en
un folleto de 1883,
escribió: "Hoy, la gran
cantidad de organitos que
explota nuestra campaña ha
introducido entre el
gauchaje el vals, la
cuadrilla, la polka, la
mazurca, la habanera y el
chotis".
Mientras
en la pampa argentina se
realizaban este tipo de
comentarios, en Viena, en
1872, Johann Strauss II,
estrenaba la Polka Mazurca
Indigo, extraída de la
opereta Indigo y los cuatro
ladrones. La mazurca unía
así lugares tan distantes
como Viena y la pampa.
Ello
muestra que la globalización
no es un fenómeno que
caracteriza la vida del
siglo XXI, sino que siempre
existió, y así lo demuestra
el origen europeo de algunas
de las danzas que se
bailaban en nuestras zonas
rurales, como el origen
turco de nuestras bombachas
camperas.
Fuente: Por Rosendo Fraga
Para LA NACION