Qué es la Diabetes
Mellitus?
El término diabetes mellitus
engloba un conjunto de enfermedades metabólicas caracterizadas
por la presencia de niveles elevados de glucosa en sangre,
también llamada hiperglucemia, que puede estar producida por:
una deficiente secreción de insulina, una resistencia a la
acción de la misma, o una mezcla de ambas.
La inmensa mayoría de los
pacientes son diagnosticados de una de las siguientes
categorías: diabetes mellitus tipo 1, producida por una
deficiencia absoluta en la secreción de insulina; diabetes
mellitus tipo 2, causada por una combinación de resistencia a
la acción de la insulina, y una inadecuada respuesta
compensatoria del páncreas.
Criterios diagnósticos
Los criterios para el diagnóstico
de la diabetes mellitus han sido recientemente revisados por
un grupo de expertos nombrados por la Asociación Americana de
Diabetes (ADA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Existen tres criterios distintos
para diagnosticar la diabetes:
1.- La presencia de síntomas
clásicos (polidipsia, polifagia, poliuria
y pérdida de peso), con el hallazgo casual, sin
considerar el tiempo pasado desde la última comida, de un
nivel de glucosa en sangre (glucemia) por encima de 200
mg/dl (11.1 mmol/l). |
2.- Una glucosa en ayunas
superior a 126 mg/dl (7 mmol/l). |
3.- La presencia de unos
niveles de glucosa por encima de 200 mg/dl (11.1 mmol/l)
en un análisis de dos horas posterior a una sobrecarga
oral de glucosa de 75 gramos (test realizado según los
criterios de la OMS). |
El hallazgo aislado de
cualquiera de estos criterios no es suficiente para establecer
el diagnóstico. Debe confirmarse en días posteriores con el
mismo, o alguno de los dos restantes.
Diez de los mitos alimentarios más frecuentes
para prevenir la diabetes.
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En
reiteradas ocasiones, se ha señalado la importancia de
efectuar algunos cambios en el estilo de vida, como forma de
evitar o retrasar la aparición de diabetes, particularmente en
personas que poseen una alta carga genética que las condiciona
al desarrollo de esta enfermedad. De estos cambios de vida,
sin duda uno de los más importantes es la alimentación,
asociada de manera estrecha con la necesidad de incrementar la
actividad física.
Veamos algunas de las variantes alimentarias que muchas
personas que se encuentran en estas condiciones suelen
intentar. Otras personas simplemente se preguntan si estas
medidas resultan de utilidad, con el objetivo central de
perder peso (y mantenerse de esta forma ulteriormente) y
prevenir así el advenimiento de la diabetes.
1- Comer muy
pocas cantidades o hacerlo de manera esporádica (1 o 2 veces
al día)
Esta conducta, además de ser difícil de sostener en el largo
plazo, es realmente desaconsejada. Este tipo de alternativa
provoca cambios negativos en el estado anímico, baja de las
energías, sensación de hambre que aparece en los momentos más
inadecuados y efectos desfavorables sobre el metabolismo en
general. Por lo tanto, es necesario considerar las 4 comidas
principales, con algunas colaciones de ser necesario. En todos
los casos, una importante premisa es: ¡NO SALTEAR EL DESAYUNO!
2- Eliminar
todas las frutas
Con la creencia de que las frutas tienen sabor dulce y
azúcares naturales (cosa absolutamente innegable), muchas
personas las dejan de lado en un intento de reducir todo lo
que sea aporte de glúcidos. Tenga en cuenta que al suprimir
las frutas no evita la avidez por lo dulce, reduce el aporte
de vitaminas (pensemos en el contenido de vitamina C de los
cítricos, por ejemplo) y disminuye el aporte de fibra (que da
saciedad y mejora las funciones intestinales). Por este
motivo, se recomienda consumir por lo menos 4 piezas medianas
de fruta, cuanto más variadas, mejor.
3- Eliminar
las grasas
Si bien un elemento fundamental para reducir el aporte de
calorías es descender la cantidad de grasa consumida,
eliminarla al punto de evitar un aderezo ligero en las
ensaladas, por ejemplo, no es una medida eficaz. Además de ser
una medida difícil de mantener, es importante recordar que
existen grasas que son necesarias para el organismo y que su
aporte no debe ser dejado de lado. Se trata de las contenidas
en aceites vegetales (que no contienen colesterol) y las
denominadas grasas monoinsaturadas (entre las que se incluye
el aceite de oliva). La solución más equilibrada es eliminar
frituras, cremas, manteca y quesos duros, cuyo contenido de
grasas es muy elevado y que pueden ser fácilmente sustituidos
por recursos menos calóricos.
4- Mantener
todo lo que representen "snacks" lejos de la vista (y de la
mano)
Si por "snacks" entendemos papas fritas, productos de copetín
como maníes, palitos, bastoncitos, pretzels, etc.) la
recomendación es genuina, saludable y hasta beneficiosa para
la economía familiar. Pero si entendemos "snacks" en el
sentido de colaciones, suprimir estas comidas por completo
puede ser perjudicial. En efecto, una colación saludable,
integrada por 1 fruta pequeña, 1 porción de pickles en
vinagre, 1 yogur dietético pequeño o incluso una barra de
cereal de bajas calorías, es un recurso más que útil para
evitar desagradables tentaciones.
5- Mantener
la dieta en el hogar pero prescindir de ella cuando se “sale
de paseo”
La idea de que "si como bien en mi casa, fuera de ella puedo
liberar mi alimentación" no es una forma correcta de construir
y mantener nuevos hábitos saludables. Por lo contrario,
proseguir con la idea de una alimentación saludable en
restaurantes, reuniones de amigos, sesiones de trabajo, etc.
no sólo fortalece sus hábitos y logra los resultados deseados
(al fin y al cabo el cuerpo es uno solo, dentro y fuera de
casa) sino que además puede servir de ejemplo, para quienes
nos rodean, que muchas veces también suelen verse intimidados
de mostrar que ellos también necesitan comer más saludable.
6- Consumir libremente alimentos o
bebidas con edulcorantes artificiales
Si bien no
agregan calorías extra, el consumo indiscriminado de alimentos
edulcorados (aunque sea artificialmente) puede provocar
apetito por consumir cosas dulces. En otros casos, dependiendo
del tipo de edulcorante utilizado se puede producir meteorismo
o hinchazón del vientre, que da la falsa sensación de abdomen
adiposo. Esta sensación resulta tan incómoda y molesta como
incluso antiestética.
7 - Contar calorías
Muchas
personas creen que para no consumir calorías en exceso es
preciso ir contabilizando todo lo que se consume, como si se
tratara de un balance comercial. En realidad, sabemos de que
si bien existe una relación entre lo que se consume y lo que
se gasta, son los niveles de ciertas hormonas (entre las que
se destaca la insulina) los que condicionan a la inclinación
de la balanza del metabolismo. De esta forma, si se consume
una dieta balanceada que permita que los niveles de la
insulina sean estables, la maquinaria metabólica funcionará
como es deseable, sin necesidad de obsesionarse en cuentas
poco trascendentes.
8 - Consumir muchos alimentos bajos en
hidratos de carbono
Con la
falsa creencia que comiendo pocos hidratos de carbono se
previene la aparición de diabetes, muchas personas se embarcan
en el uso de productos alimenticios "bajos en carbohidratos".
En realidad, muchos productos que proclaman estas "cualidades"
poseen un alto contenido calórico o se trata de snacks o
colaciones de bajo nivel nutritivo, que no colaboran en la
creación de hábitos alimentarios saludables.
9- Adoptar una rutina intensiva de
ejercicios físicos
Si bien el
ejercicio físico es muy importante, lo que cuenta y resulta
verdaderamente útil en el largo plazo es la incorporación de
actividades físicas placenteras que resulten factibles,
agradables y aptas para ser incorporadas como una rutina
cotidiana más en nuestra vida.
10 - Seguir una dieta alta en proteínas
y eliminar los hidratos de carbono
Muchas
personas encuentran en este recurso de la dieta un arma muy
útil para perder rápidamente unos cuantos kilos de peso. Sin
embargo, no se trata de un hábito de alimentación saludable.
Sucede que la sobrecarga de proteínas (más allá de los
requerimientos diarios necesarios para una determinada
persona) pueden acompañarse de riesgos para la salud, además
del hecho de que muy pocas personas puedan sostener una
ingesta muy alta de proteínas y muy baja de hidratos de
carbono (elementos que ancestralmente han formado la base de
la alimentación de los seres humanos en diversas culturas de
todo el mundo). La idea es una dieta equilibrada en proteínas
y con hidratos de carbono de lenta absorción (almidones,
fibra) que provocan menores picos sanguíneos de glucosa luego
de su ingesta.
Del
análisis de estos mitos y de los ya mencionados previamente,
surge, una vez más, la idea del equilibrio en la alimentación
y en la práctica de actividad física como los elementos más
sencillos e inocuos para prevenir saludablemente la aparición
de diabetes.
Natación y salud
Tanto la natación en sus distintos estilos
como la denominada gimnasia acuática o la ejercitación
corporal dentro del agua son recursos sumamente útiles para
mejorar la función cardíaca, pulmonar, muscular e incluso
colaboran eficazmente en la pérdida de peso corporal,
problemática de suma importancia en los diabéticos tipo 2. En
este sentido, la natación (sobre todo si se encara como
práctica sistemática de movimientos) implica un desgaste
calórico nada despreciable.
Debido a que el agua ofrece escasa
resistencia a la movilidad articular, resulta un medio
particularmente apto para aquellas personas con afecciones
articulares (artritis o artrosis).
No obstante, como con otras
actividades físicas o deportivas, es imprescindible que antes
de iniciarlas se efectúe una consulta médica para constatar
que se encuentra en condiciones de iniciar la práctica. |