HISTORIAS DE VIDA Y TRADICIÓN

   Página Inicio

   Quienes Somos

    CARTELERAS
 

   PEÑAS BAILABLES

   EVENTOS Y PEÑAS ESPECTÁCULO

   MÚSICOS Y CANTANTES

 
    TEMAS DE INTERÉS
 

AL COLE CON EL FOLKLORE

   Artículos Relacionados

   Comidas Típicas Criollas

   Conociendo la Argentina

   Conociendo nuestro Barrio

   Creencias

   Costumbres

   Danzas Tradicionales Hist/Coreog

   Diccionario Folklórico

   Efemérides Folklóricas

   Fábulas

   Fiestas Criollas por Provincia

   Jineteada y Doma

   Instrumentos Musicales Autóctonos

   La Payada y los Payadores

   Literatura Digitalizada

   Notas de Interés General

   Nuestra Bandera

   Nuestro Himno

   Pilchas Gauchas

   Objetos Representativos

   Refranero

   Relaciones

   Representantes del Folklore

   Supersticiones y Leyendas

   INGRESO AL FORO TRADICIONES

   LIBRO DE VISITAS
 
   ENTRETENIMIENTOS
 

   Adivinanzas

   El Rincón de los Abuelos

   GAUCHITOOO

   Juegos

   Links relacionados

   Postales Virtuales Argentinas

   Rincón Poético
 
   OTROS DESTACADOS
 
   DESTACADOS DE PEÑAS
   ESCUELAS DE DANZAS NATIVAS
      DONDE APRENDER A BAILAR
   C. de Música/Salas de Ens. / Est. de
      Grabación/Luthiers/Representantes
   Conjuntos y Artistas Folklicos -
   Danzas de Proyección Hist/Coreog
   La Revista Peñera
   Manos Argentinas
   Musicalizadores de Peñas

   PROFESORES - CLASES

   PROGRAMAS RADIALES Y TV

   REVISTAS FOLKLÓRICAS
   DIARIOS TRADICIONALISTAS

Del estudio al coleccionismo de cuchillos
 

En el libro "Dagas de Plata. Cuchillos criollos rioplatenses", Abel Domenech comparte los frutos de su investigación y algunos consejos como "cazador" de piezas antiguas
 

En los últimos años, el movimiento tradicionalista ha renovado la búsqueda de piezas antiguas para vestirse a lo gaucho y llevar un apero a la vieja usanza. Ponchos, fajas, cuchillos, espuelas, rastras, son sólo algunos de los objetos que despiertan el interés de incipientes coleccionistas que frecuentan peñas y fogones y se suman a desfiles ecuestres en fecha patria o al concurso de emprendados en la Rural de Palermo. También resultan "objeto de culto" para los ganaderos con tradición familiar, que gustan presumir del "capital" que reunieron en sus vitrinas: armas blancas, armas de fuego, rastras con historia y, tal vez, algún tejido de impecable diseño y factura, que encontraran en un comercio de antigüedades o por el que pujaron en un remate.

A propósito de esta búsqueda exhaustiva de piezas de colección, quienes comparten la inquietud y la pasión por descubrir objetos antiguos, deberían tener en cuenta los consejos de Abel Domenech, notable investigador, que acaba de publicar "Dagas de plata. Cuchillos rioplatenses. Historia y coleccionismo". En esta obra el autor no sólo informa sobre el origen y la diversidad de cuchillos criollos, sino que ahonda también en el duelo y la esgrima criolla, reconstruye el desarrollo de la industria cuchillera en Tandil y aporta un repaso de la historia de la platería y sus escuelas.

La edición, ilustrada por Jorge E. Torrecilla y prologada por Luis Alberto Flores, incluye, además, apuntes sobre marcas, un catálogo de cuños de hojas y hasta un capítulo destinado a orientar a quienes empiezan su aventura como coleccionistas. Aparecen, incluso, notas explicativas sobre los modos de usar y portar el cuchillo. Tampoco faltan citas de Lucio V. Mansilla, Domingo F. Sarmiento, Ezequiel Martínez Estrada, Luis Franco, Ricardo Güiraldes, José Hernández y Fernando Assunçao, entre otros autores, en las que se describe la importancia del cuchillo para el gaucho.

A la hora de buscar cuchillos de valor histórico y/o artístico -Domenech diría "a la hora de empezar la cacería"-, el interesado debe entrenar el ojo: "Como primer paso recomendaría mirar. Visitar el Museo José Hernández, el Fernández Blanco, el Histórico Nacional... Después, leer. El libro es necesario, pero no sólo aquellos dedicados al tema puntual sino también libros de historia. Me ocurrió que después de comprar una pieza descubrí, leyendo, que era más importante de lo que estimaba. Además hay que tomar contacto con un coleccionista avanzado, a pesar de que no es fácil encontrarlos (de hecho, hoy nadie quiere hacer público qué tiene y qué no, ni llevar a su casa un desconocido para que curiosee su vitrina). También es útil echar un vistazo a las piezas que tengan plateros contemporáneos, a los que suelen dejarles en consignación viejos ejemplares."

El último paso es decidirse a comprar. En este punto, Domenech aconseja especializarse porque es imposible abarcar mucho -salvo que se disponga de mucho dinero-, y además, estudiar de todo un poco. Por ejemplo, si se buscan cuchillos, el interesado se debe especializar en marcas de hojas famosas y tradicionales (conocidas como de "marca mayor"), en cuños representativos de la variedad del mercado en la época de oro de la industria cuchillera (desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial), en una escuela de platería o en un platero en particular.

Los que escribieron la historia

"Otra posibilidad es la incorporación de piezas que usualmente son dejadas de lado por carecer tanto de punzones de plateros como de marcas del fabricante o del importador, en sus hojas. La mayoría de estas piezas muestran las huellas del paso del tiempo y de un uso muy intenso, verdaderas cicatrices bajo la forma de abolladuras en el cabo y hojas gastadas y oscurecidas por efecto de repetidas afiladas y la corrosión. Estos cuchillos nos hacen sentir que verdaderamente escribieron la historia", explica Domenech en su libro. Estas piezas suelen cargar con "fantásticas" versiones sobre su origen, por ejemplo, las hay halladas "en alguna ignota pulpería de Navarro o Tapalqué, donde habían sido ocultadas después de una cruenta muerte ocurrida durante un duelo criollo"... Al respecto, el autor de "Del facón al Bowie" sugiere ser escéptico: "El coleccionista serio debe ser un desconfiado por naturaleza. Sólo debe aceptar los hechos y las aseveraciones debidamente documentadas. Todo lo demás son conjeturas o especulaciones; parte del folklore del cuchillo, al que muchas veces nos vemos expuestos".

Otro concepto importante que aporta Domenech es la diferencia entre un coleccionista y quien acumula piezas. El segundo compra o intercambia cuchillos de diferente categoría; quien posee una colección, en cambio, busca una conexión entre las piezas y logra que el conjunto diga algo. Este último también estudia a fondo la historia de lo que tiene y lleva un registro (a quién compró el objeto, cuánto lo pagó y todo lo que averiguó sobre la historia del mismo). "El verdadero coleccionista tiene conciencia de que es un curador. El objeto es un testimonio y el coleccionista debe hacer que cuente su historia", dice Domenech.

El territorio de Martín Fierro

Una manera de acercarse a lo que "dice" un cuchillo antiguo es la literatura, que recrea en la ficción y el ensayo, el territorio del Martín Fierro. A propósito de ello, el autor cita a Sarmiento, en "Facundo": "El gaucho, a la par de jinete, hace alarde de valiente, y el cuchillo brilla a cada momento, describiendo círculos en el aire, a la menor provocación, sin provocación alguna, sin otro interés que medirse con un desconocido; juega a las puñaladas como jugaría a los dados. Tan profundamente entran estos hábitos pendencieros en la vida íntima del gaucho argentino, que las costumbres han creado sentimientos de honor y una esgrima que garantiza la vida."

Una reflexión de Luis Franco apunta en el mismo sentido: "Para el gaucho, el cuchillo no es una simple arma: es la mitad de sí mismo. Por lo demás, el cuchillo es la herramienta universal en una tierra donde la industria casi no conoce más que una materia prima: el cuero".

Otra forma de advertir hasta qué punto el gaucho no podía prescindir del cuchillo, como arma y herramienta, es la comparación crítica con el cowboy. Al respecto, el investigador señala que el vaquero tuvo una efímera actuación en el lejano oeste norteamericano -aparece inmediatamente después de la guerra civil (1865) y desaparece a fines del siglo XIX por los mismos motivos por los que se extingue el gaucho, señala Domenech- y accedió a otra realidad económica, puesto que los Estados Unidos habían entrado ya en la carrera de la industrialización y producían desde recados hasta armas de fuego en serie, cuya publicidad llegaba en catálogos a los ranchos, de manera que el cowboy priorizó el Colt para avanzar hacia el Oeste. El gaucho, en cambio, evolucionó a lo largo de dos siglos o quizá más, era un personaje marginado y muy pobre, que no podía sustituir el cuchillo por el rifle o el revólver porque no sólo lo usaba en su defensa sino para todo tipo de trabajos.

De él se valió para defenderse de hombres y fieras o para atacarlos, para "despenar" a un moribundo, cuerear, carnear, despostar carne, castrar ganado, cerdear yeguarizos, restregarle el lomo, desvasar o limpiar pezuñas, para trabajar con tientos, hacer ojales y reparaciones en arneses y otras piezas de sus aperos, para comer, trinchando y cortando...

"¿Entonces, el cuchillo tanto le sirve al gaucho para abrir un animal como para cerrar una conversación?", preguntó un belga, azorado frente a los múltiples usos que Tito Saubidet le explicaba. La investigación de Domenech ilustra en múltiples sentidos la importancia del cuchillo en el equipo básico del gaucho, que incluía también las boleadoras y el lazo.

Fuente:  Analía H. Testa
de la Redacción de LA NACION - Rincón Gaucho

 

 

 

     
 
© 2005 Copyright FolkloreTradiciones -  Todos los Derechos Reservados
Dean Funes 1773 - Piso 11 Depto. 25 Capital (1244)
- Provincia de Buenos Aires - República Argentina
Tel/Fax: (54-11) 3533-0893
- e-mail:
mlf@folkloretradiciones.com.ar
Diseño y Hosting: www.drwebsa.com.ar