¿Quién no
escuchó alguna vez la chacarera de Ica Novo “Soy
del norte cordobés”? En ella se nombra un
puñado de pueblos como Tulumba, Cerro Colorado,
Los Pozos, Ischilín, Jesús María, Totoral. A
esta villa nos vamos a referir, imposible no
enamorarse del pueblo y su gente.
Cuando en 1576, Jerónimo Luis de
Cabrera repartió las tierras del Valle de
Cavisacate, (nombre dado por los Sanavirones) a
sus familiares, éstos no cumplieron con las
condiciones pactadas, por lo que se le cedió al
Capitán López de Correa en merced, para formar
una posta en el camino Real destinada al
descanso de los viajeros. Pero en 1591 Don Pedro
Luis de Cabrera compró la merced formando la
estancia y obraje de San Esteban de
Totoral, nombre
impuesto por los enormes bañados circundantes
donde abundaban las totoras.
Cuando sus
hijos heredan las tierras, las dividen en San
Esteban del Totoral, Totoral Chico y Cortaduría,
que fueron adquiridas antes de finalizar el
siglo por José Allende, el general Tomás de
Allende y Gregorio Salvador Navarro
respectivamente, quienes hicieron resurgir a
Totoral.
Una ley
provincial de 1860 declaró de utilidad pública
1156 vara castellanas cuadradas de tierra
inculta, con el objeto de funda una villa. Así
nace Villa General Mitre, nombre que
posteriormente abandona para volver a su
original “Villa del Totoral” que perdura hasta
la actualidad.
Ubicada a 80 Km.
de la ciudad de Córdoba, a orillas de la ruta
nacional Nº 9, en un vallecito ubicado en las
faldas de las sierras de Ongamira, con ríos que
parecen brazos, todo el pueblo está surcado por
acequias rumorosas, una de ellas bordea el
boulevard para desembocar en el Cerro de la
Cruz, la rodean árboles centenarios que son el
orgullo de los habitantes. Ellos son los dueños
de un patrimonio turístico muy importante.
Posee un clima seco, sin vientos
fuertes porque está enclavada entre las lomas y
elevaciones mayores. Un cielo profundamente
azul, temperatura elevada durante los días de
verano y noches muy frescas. Sus aguas
curativas, al decir de su gente, por su
liviandad, con minerales en suspenso afloran de
vertientes provenientes de la cordillera. Un río
cristalino don orillas cubiertas de agreste
monte, especial para detenerse a escuchar el
canto de los pájaros y una cantidad importante
de
promontorios
donde el turista con toda su familia puede
sentirse escalador sin ningún riesgo. Las
construcciones datan de muchos años, tal la
iglesia de tres naves “Nuestra Señora del
Rosario” construida en 1872.
Cuenta con una particularidad,
tiene dos cerros con cruces. El principal como
lo tienen casi todos los pueblos y otro más al
sur que le llaman el Cerrito, más bajo y de
fácil acceso. Según sus pobladores hace muchos
años Villa del Totoral ha sido azotada por la
fiebre amarilla y después por la peste bubónica,
por lo que la gente erigió esa cruz para poder
ir a pedir por la salud propia y la de sus
familiares, aunque al final tuvieron que
clausurarla por
temor al contagio al tocarla, todavía se yergue
incólume.
Es el lugar
ideal para contemplar las hermosísimas puestas
de sol, donde se destacan a lo lejos las sierras
de Ongamira. Cuenta en la actualidad con dos
industrias una dedicada al papel y la otra
alimenticia, pero curiosamente no se emplean
muchos totoralenses, porque están dedicados en
su mayoría al agro, cultivan soja con buen
rendimiento, maíz, y en menor cantidad trigo,
además de la cría de ganado.
El río, los
cerros, los árboles y la simpatía de su gente
son algunos de los motivos para visitarla.