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LA HISTORIA DEL CALD�N DE ITAL�
 
La leyenda cuenta que Huitr�, indio pinc�n, qued� inmortalizado en este �rbol, como s�mbolo de un amor capaz de sobrevivir a lo imposible
 
 

Este art�culo obtuvo el tercer premio en el concurso Rinc�n Gaucho en la Escuela. Su autora es alumna del 2� a�o en el Instituto Secundario Nicasia Zeballos de Baigorria, de Ital�, departamento General Roca, C�rdoba

Todos los a�os, m�s de 2500 hect�reas de bosque de cald�n se talan para dar paso al ganado y al cultivo extensivo, pero adem�s, unas 300.000 hect�reas cubiertas por esta especie son afectadas por los incendios.

Seg�n la leyenda, hace muchos a�os viv�a en las llanuras pampeanas una tribu de los indios pinc�n. Uno de sus miembros, un hombre llamado Huitr�, qued� inmortalizado en un �rbol, como s�mbolo de un amor capaz de sobrevivir a lo imposible. Cuentan que Huitr� se enamor� de Ayl�n, una mujer que pertenec�a a una tribu vecina, y que ambos fueron rechazados y exiliados cuando las respectivas comunidades descubrieron la relaci�n que los un�a. Ayl�n, que ten�a prohibido ver a Huitr�, fue maldecida y muerta cruelmente por desobedecer a sus autoridades. Profundamente triste, Huitr� perdi� el deseo de vivir y pidi� ayuda a Nguen�ch�n. Este lo escuch�, pero no pudo remover la maldici�n impuesta a Ayl�n, as� que lo convirti� en un �rbol inmenso, de una corteza fuerte. Su fruto simbolizar�a para siempre el renacimiento de su amor, a pesar del odio entre las tribus.

Con el correr del tiempo, los indios pinc�n se proteger�an debajo del �rbol que bautizaron Huitr�, en su memoria. Y desde entonces sus ramas ofrecer�an sombra y protecci�n.

"Porque all� todo es nuevo, solitario y salvaje / Imagina una c�lida llanura silenciosa, imagina/ los altos pastos secos batidos por el viento,/ la noche, que desciende tan dolorosamente,/ alg�n �rbol lejano y el pavor de sentirnos/ sobras ya de la nada, olvidados de la nada,/ seres reci�n nacidos que habr�n de hacerlo/ todo."

Estos versos del poema "Desde lejos", de Horacio Armani, transmiten la orfandad que debieron haber sentido los primeros habitantes del departamento General Roca, frente a la inmensidad del desierto. Toda la zona central y este era, durante el siglo pasado, una inmensa llanura cubierta, en su mayor parte, s�lo por el pasto llamado puna. A estas planicies sin �rboles se aplic� el t�rmino "pampa", de origen quechua. En ese espacio todo corre libremente, sin que nada se oponga, sin barreras ni murallas para el tiempo, sin filtraciones de otras zonas que aparezcan de pronto y fundan espejismos en el suelo y en las nubes. Es en esta pampa donde se observan algunos j�venes montes avanzar sobre las aguadas que visitaban los ind�genas y sus caballadas. A ese cald�n que salpicaba la inmensidad los ranqueles los llamaban "Quethr� Huithr�", que significa �rbol solitario, pues no comprend�an c�mo pudo nacer o qui�n pudo sembrarlo en ese paisaje vac�o, de ah� su temor a esa misteriosa presencia.

Ellos cre�an que entre sus ramas moraba el "Hualicho", el demonio, y por eso trataban de calmar los maleficios ofreciendo "apachetas" (piedras colocadas con fines rituales) apenas ve�an colgados de sus brazos rugosos a los k�tus (trozos de trapos o de vestimentas), que eran las c�rceles de un esp�ritu de enfermedad all� encerrado por la machi (hechicera, curandera).

El �rbol genuinamente pampa, el �rbol del indio, el cald�n vetusto, retorcido, nudoso, oscuro, del que podr�a decirse que han tomado los ranqueles sus perfiles y la misma pampa sus misterios, no ha sido contado nunca. Es hermoso y fant�stico. Sus ramajes tienen algo de los brazos que se estiran indecisos y se doblan cansados. El tronco, mucho de los viejos dioses de un mito de la tierra. Ayer dio sombra a los toldos de Epumer. Ahora alzan su hogar junto a �l los hombres de otras razas. Su presencia en las llanuras tiene un encanto propio.

No hay �rbol en la tierra americana que determine una transici�n tan brusca, tan inesperada, como la que �ste ofrece en las inmensas planicies con su figura alegre y arcaica. Seg�n menciones hist�ricas, uno de estos �rboles enjoyaba las extensas llanuras de nuestro departamento, junto a la rastrillada que corr�a desde Tres Lagunas hasta Ital�.

Mi curiosidad me llev� a rastrear este hist�rico "Quethr� Huithr�". Es posible que este cald�n que existe al oeste de la Estaci�n Ital� sea dos veces centenario. All� est�: un �rbol robusto, de una corteza arrugada, con espinas en sus ramas y unas pocas chauchas a punto de caerse. El tiempo, que todo lo roe, lo destruye o lo muda en su originalidad, no se ha ensa�ado a�n con este viejo �rbol. �Gracias Huitr� y Ayl�n por este regalo!

Fuente: Rinc�n Gaucho - Por Mar�a Laura In�s Bolontrade  - Para LA NACION

 

 

     
 
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