"Porque all� todo es
nuevo, solitario y salvaje / Imagina una
c�lida llanura silenciosa, imagina/ los
altos pastos secos batidos por el viento,/
la noche, que desciende tan dolorosamente,/
alg�n �rbol lejano y el pavor de sentirnos/
sobras ya de la nada, olvidados de la nada,/
seres reci�n nacidos que habr�n de hacerlo/
todo."
Estos versos del poema
"Desde lejos", de Horacio Armani, transmiten
la orfandad que debieron haber sentido los
primeros habitantes del departamento General
Roca, frente a la inmensidad del desierto.
Toda la zona central y este era, durante el
siglo pasado, una inmensa llanura cubierta,
en su mayor parte, s�lo por el pasto llamado
puna. A estas planicies sin �rboles se
aplic� el t�rmino "pampa", de origen
quechua. En ese espacio todo corre
libremente, sin que nada se oponga, sin
barreras ni murallas para el tiempo, sin
filtraciones de otras zonas que aparezcan de
pronto y fundan espejismos en el suelo y en
las nubes. Es en esta pampa donde se
observan algunos j�venes montes avanzar
sobre las aguadas que visitaban los
ind�genas y sus caballadas. A ese cald�n que
salpicaba la inmensidad los ranqueles los
llamaban "Quethr� Huithr�", que significa
�rbol solitario, pues no comprend�an c�mo
pudo nacer o qui�n pudo sembrarlo en ese
paisaje vac�o, de ah� su temor a esa
misteriosa presencia.
Ellos cre�an que entre
sus ramas moraba el "Hualicho", el demonio,
y por eso trataban de calmar los maleficios
ofreciendo "apachetas" (piedras colocadas
con fines rituales) apenas ve�an colgados de
sus brazos rugosos a los k�tus (trozos de
trapos o de vestimentas), que eran las
c�rceles de un esp�ritu de enfermedad all�
encerrado por la machi (hechicera,
curandera).
El �rbol genuinamente
pampa, el �rbol del indio, el cald�n
vetusto, retorcido, nudoso, oscuro, del que
podr�a decirse que han tomado los ranqueles
sus perfiles y la misma pampa sus misterios,
no ha sido contado nunca. Es hermoso y
fant�stico. Sus ramajes tienen algo de los
brazos que se estiran indecisos y se doblan
cansados. El tronco, mucho de los viejos
dioses de un mito de la tierra. Ayer dio
sombra a los toldos de Epumer. Ahora alzan
su hogar junto a �l los hombres de otras
razas. Su presencia en las llanuras tiene un
encanto propio.
No hay �rbol en la tierra
americana que determine una transici�n tan
brusca, tan inesperada, como la que �ste
ofrece en las inmensas planicies con su
figura alegre y arcaica. Seg�n menciones
hist�ricas, uno de estos �rboles enjoyaba
las extensas llanuras de nuestro
departamento, junto a la rastrillada que
corr�a desde Tres Lagunas hasta Ital�.
Mi curiosidad me llev� a
rastrear este hist�rico "Quethr� Huithr�".
Es posible que este cald�n que existe al
oeste de la Estaci�n Ital� sea dos veces
centenario. All� est�: un �rbol robusto, de
una corteza arrugada, con espinas en sus
ramas y unas pocas chauchas a punto de
caerse. El tiempo, que todo lo roe, lo
destruye o lo muda en su originalidad, no se
ha ensa�ado a�n con este viejo �rbol.
�Gracias Huitr� y Ayl�n por este regalo!