HISTORIAS DE VIDA Y TRADICIÓN

   Página Inicio

   Quienes Somos

    CARTELERAS
 

   PEÑAS BAILABLES

   EVENTOS Y PEÑAS ESPECTÁCULO

   MÚSICOS Y CANTANTES

 
    TEMAS DE INTERÉS
 

AL COLE CON EL FOLKLORE

   Artículos Relacionados

   Comidas Típicas Criollas

   Conociendo la Argentina

   Conociendo nuestro Barrio

   Creencias

   Costumbres

   Danzas Tradicionales Hist/Coreog

   Diccionario Folklórico

   Efemérides Folklóricas

   Fábulas

   Fiestas Criollas por Provincia

   Jineteada y Doma

   Instrumentos Musicales Autóctonos

   La Payada y los Payadores

   Literatura Digitalizada

   Notas de Interés General

   Nuestra Bandera

   Nuestro Himno

   Pilchas Gauchas

   Objetos Representativos

   Refranero

   Relaciones

   Representantes del Folklore

   Supersticiones y Leyendas

   INGRESO AL FORO TRADICIONES

   LIBRO DE VISITAS
 
   ENTRETENIMIENTOS
 

   Adivinanzas

   El Rincón de los Abuelos

   GAUCHITOOO

   Juegos

   Links relacionados

   Postales Virtuales Argentinas

   Rincón Poético
 
   OTROS DESTACADOS
 
   DESTACADOS DE PEÑAS
   ESCUELAS DE DANZAS NATIVAS
      DONDE APRENDER A BAILAR
   C. de Música/Salas de Ens. / Est. de
      Grabación/Luthiers/Representantes
   Conjuntos y Artistas Folklicos -
   Danzas de Proyección Hist/Coreog
   La Revista Peñera
   Manos Argentinas
   Musicalizadores de Peñas

   PROFESORES - CLASES

   PROGRAMAS RADIALES Y TV

   REVISTAS FOLKLÓRICAS
   DIARIOS TRADICIONALISTAS
La historia menuda de las estancias del sur
 
En las páginas de "El Madryn olvidado", Maisen revive la historia menuda de los establecimientos patagónicos
 
 

El Golfo Nuevo, en las costas de la provincia de Chubut, está encerrado entre la Península Valdés y Punta Ninfas, dos territorios extremos cuyas tierras se ocuparon sacrificadamente por pobladores de origen europeo, principalmente vascos.

Para 1930, a dos décadas de establecerse los primeros ovejeros, tanto la península como Ninfas ya estaban pobladas por familias estables que rara vez dejaban su casa de campo, principalmente las mujeres. Por falta de caminos, los viajes a Puerto Madryn se hacían ocasionalmente, arriba de un carro o a caballo.

Algunas fiestas espaciadas reunían a los vecinos en alguna estancia grande, por ejemplo en septiembre u octubre para las tradicionales señaladas y capadas.

Los festejos de Navidad y fin de año también eran ocasión para reunirse entre los vecinos dispersos. Se vivía en soledad, en la total rusticidad del medio geográfico, criando los hijos sin médicos ni escuela, cuidando las ovejas y esperanzados en el beneficio anual de la esquila.

Juan Maisen, nacido en Puerto Madryn en 1918, ha publicado un libro titulado "El Madryn olvidado", en cuyas imperdibles páginas testimoniales se asientan datos de enorme interés para conocer la historia menuda de esa lejana tierra chubutense.

Cuenta que su padre se ocupaba de instalar y arreglar molinos, y que él, siendo muchacho lo ayudaba, por lo cual había tenido la ocasión de conocer muchos establecimientos ganaderos de la zona.

Al registrar ese mundo pionero que le tocó ver de cerca, destaca el retiro en que vivía la gente del campo y cuenta que por el año 30, siendo muy joven, trabajaba de camionero en la estancia La Adela, en la península, por lo cual viajaba casi todos los días a Puerto Madryn, la ciudad cabecera de la región.

Como andaba de puesto en puesto dentro del enorme establecimiento de Ferro y visitaba algunas de las estancias dispersas en la península, recibía encargos personales, sobre todo de las mujeres, que no salían nunca.

En los puestos había muchas muchachas que nunca habían viajado al pueblo y aprovechaban el ánimo de hacer gauchadas de Juan para encargarle también las cosas femeninas que necesitaban, como jabón, polvos, perfumes, cintas y otros artículos de tocador que ansiaban poseer.

El autor comprendía sus inquietudes y carencias y escribe: "Se trataba de una juventud buena, sana, sencilla, prisionera del campo y yo era la única unión que tenían con el pueblo, yo los proveía de todas esas cosas que de otra manera no conseguían, salvo lo que les vendía algún mercachifle a precio de oro, yo los surtía de revistas, caramelos, discos de la época y por ello me apreciaban mucho."

Ayuda generosa

También hacía gauchadas entre los varones, que lo llamaban para hacer gestiones mucho más delicadas que las compras en el pueblo. Cuando habían visto alguna chica vecina y se habían enamorado, se les presentaba el problema de cómo comunicarse con ella y entonces esperaban a que Juan, el camionero, llegara al puesto.

Lo invitaban a tomar unos mates y le pedían ayuda. Esta consistía en que había que redactar una carta pues casi todos ellos no sabían escribir, o lo poco que sabían no les servía para una declaración. La gauchada no terminaba en escribir la carta, sino que también debía llevarla a destino.

A veces la señorita tampoco sabía escribir y el mensajero debía leerle el papel y escribir otra carta con la respuesta para el enamorado.

Meisen, en su relato agrega que aunque parezca mentira, haciendo de cupido barato, por su intermedio se formaron muchos matrimonios que poblaron la península y progresaron, pese a esas tierras saladas, secas y duras, donde habían formado el hogar. Así se pobló la Patagonia.

Fuente: Rincón Gaucho
Por Yuyú Guzmán  Para LA NACION

 

 

     
 
© 2005 Copyright FolkloreTradiciones -  Todos los Derechos Reservados
Dean Funes 1773 - Piso 11 Depto. 25 Capital (1244)
- Provincia de Buenos Aires - República Argentina
Tel/Fax: (54-11) 3533-0893
- e-mail:
mlf@folkloretradiciones.com.ar
Diseño y Hosting: www.drwebsa.com.ar