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Página declarada de Interés Cultural por la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por
Resolución Nº 374/07 del 15/11/2007
Adherida a la Federación Argentina de Instituciones
Folklóricas F.A.I.F. |
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de
José Hernández
Ilustraciones de Juan Carlos Castagnino
Producción de Literatura Argentina
Contemporánea
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COMENTARIOS
SOBRE LA OBRA: |
Sin lugar a
dudas una de las obras fundamentales que constituyen el
patrimonio cultural de la República Argentina es el
"MARTÍN FIERRO", poema gauchesco que escribiera José
Hernández (1834-1886) y referente obligado cuando se
habla de Literatura Gauchesca. El poema - que consta de
dos partes: "El Gaucho Martín Fierro", escrita en 1872 y
"La Vuelta de Martín Fierro" que data de 1879 - es
considerado la obra cumbre de este autor argentino, uno
de los más originales del romanticismo hispánico.
Esta historia
épica y popular es una obra clásica ya que trata de
cuestiones universales como la vida, la muerte, la
libertad y el destino del hombre. Su significación en las
letras americanas ha sido comparada con la del Cantar del
Mío Cid en las españolas; recoge los más característicos
recursos de la poesía nativa y a fuer de argentino y
americano, entronca con la literatura castellana,
especialmente con el romancero y la picaresca. Está
escrito en metro octosilábico, formando cuartetas,
sextinas y romances, que suman un total de 7210 versos.
Elementos líricos, satíricos, costumbristas y épicos se
entremezclan en él en perfecta unidad de forma y
contenido. Su argumento es sencillo y tiene, por sobre
todo, la virtud de representar magníficamente un tipo
humano -el gaucho-, una época y un pueblo. Por otra
parte, la superabundancia de matices e incidencias, así
como la naturalidad del lenguaje, lo hacen igualmente
accesible a todas las culturas y gustos estéticos, de
donde resulta que si la inmensa mayoría puede deleitarse
con la belleza y la humanidad intrínsecas del poema,
también críticos, investigadores y sociólogos pueden
escrutar en él los rasgos históricos-sociales de una
civilización.
El
interés que despertó "Martín Fierro" en su época fue tal
que dio origen a círculos de lectura entre los hombres
del campo, y a recitadores que memorizaban pasajes de la
primera o la segunda parte y los decían ante grupos de
oyentes entusiasmados. Y aunque el éxito popular de
Martín Fierro fue inmediato a su publicación, su
consagración literaria data de los primeros años del
siglo XX; a elevarlo a la consideración crítica
contribuyeron Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, con
fundamentales estudios, y Eleuterio F. Tiscornia, con una
notable edición comentada. En Europa le dieron definitivo
espaldarazo las plumas de Unamuno y de Menéndez y Pelayo.
Sus ediciones son innumerables y está traducido a casi
todos los idiomas.
Con un
lenguaje diáfano, vigoroso y creador, su protagonista, el
gaucho y payador Martín Fierro canta de manera humana su
lucha por la libertad, contra las adversidades y la
injusticia. "El gaucho Martín Fierro" recorre la
felicidad inicial de su vida familiar en las planicies,
hasta que Martín es obligado a alistarse en el ejército,
su odio de la vida militar, su rebelión y su consiguiente
deserción. A su regreso, descubre que su casa ha sido
destruida y su familia se ha marchado. La desesperación
le empuja a unirse a los indios y a convertirse en un
hombre fuera de la ley. En la secuela del poema, "La
vuelta de Martín Fierro", se reúne por fin con sus hijos
y vuelve al seno de
la sociedad,
para lo que ha de sacrificar gran parte de su preciosa
independencia.
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BREVE RESEÑA DE SU AUTOR : JOSÉ HERNÁNDEZ |
"Por asimilación, sino por la cuna, soy hijo de gaucho,
hermano de gaucho, y he sido gaucho. He vivido años en
campamentos, en los desiertos y en los bosques, viéndolos
padecer, pelear y morir; abnegados, sufridos, humildes,
desinteresados y heroicos"
José
Hernández, 1881
Fue un gran
poeta autodidacta, periodista, soldado y luchador
federalista cuyo poema Martín Fierro, considerado un
clásico nacional, canta la independencia, el estoicismo y
el coraje de los gauchos.
Nació el 10 de Noviembre
de 1834, en la Chacra de Pueyrredón,
en el caserío de Perdriel, partido de San Martín,
provincia de Buenos Aires. Su casa natal se ha convertido
en Museo. Sus padres fueron Don Rafael Hernández y Doña
Isabel de Pueyrredón, prima hermana de Juan Martín de
Pueyrredón. A la edad de 4 años
José ya leía y escribía,
y cursó su escolaridad en el Colegio de Don Pedro
Sánchez.
Cuando tenía
9 años, a causa de una enfermedad y ya con su madre
fallecida, los médicos recomendaron a su padre (capataz
de las estancias de Rosas) que lo llevara a vivir al
campo. Se trasladaron entonces al sur de la provincia, al
poblado de Camarones. Fue allí donde entró en contacto
con el estilo de vida, las costumbres, la lengua y los
códigos de honor de los gauchos. Vive 9 años en el campo
y tiene participación en varios enfrentamientos con los
indios, que en aquel entonces ocupaban gran parte de la
provincia de Buenos Aires.
En marzo de 1857 se
instala en ciudad de Paraná, poco antes de recibir la
noticia de que su padre ha muerto en el campo, fulminado
por un rayo. Es
en ésta ciudad de Paraná donde conoce a Carolina González
del Solar, con quien se casa el 8 de Junio de 1863 y
luego tiene 7 hijos: seis mujeres y un varón.
Con el correr
de los años, José Hernández se transformó en un
autodidacta, y a través de sus numerosas lecturas
adquirió unas claras ideas políticas. Según su hermano
menor, Rafael Hernández, una de las características más
notables del poeta era el don de la elocuencia. Era capaz
de improvisar versos y discursos en reuniones de amigos o
en el Congreso. Su memoria era fuera de lo común y su voz
potente resonaba en el recinto.
Entre 1852 y
1872, durante una época de gran agitación política en el
país, defendió la postura de que las provincias no debían
permanecer ligadas a las autoridades centrales,
establecidas en Buenos Aires. En el año 1853 viste
uniforme militar y combate en Rincón de San Gregorio
contra las fuerzas del coronel rosista Hilario Lagos.
Obedeciendo a sus ideales combatió luego bajo las órdenes
de Urquiza, intervino en las batallas de Pavón y de
Cepeda (1859) y luchó junto al caudillo López Jordán en
la última rebelión gaucha contra el gobierno de
Sarmiento, un desdichado movimiento que finalizó en 1871
con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández al
Brasil.
Dos años más
tarde, al regresar a la Argentina, continúa su lucha por
otros medios, como la fundación del periódico “Revista
del Río de la Plata”, en el que defendió posturas
federalistas, la publicación de una serie de artículos en
“El Argentino” y la edición del diario “El Eco” de
Corrientes. Más tarde tendría la oportunidad de difundir
sus ideas como legislador, ya que se desempeñó como
Diputado (1879) y como Senador por la Provincia de Buenos
Aires ( 1881).
Su inicio en
la literatura fue con algunas composiciones poéticas
cultas, sin mayor fortuna. Fue en la poesía gauchesca, de
vigorosos perfiles y de tono genuinamente popular, donde
encontraría su inspiración y legaría una obra genial. En
1863 escribe “Rasgos biográficos del general Ángel
Peñaloza” (en donde narra la vida de éste famoso caudillo
riojano y que es llamado “Vida del Chacho” a partir de la
segunda edición), “Instrucción del Estanciero” (tratado
sobre las posibilidades económicas del campo argentino
con consejos para el hombre de estancia), la descripción
gaucha “Los treinta y tres orientales” y varios escritos
dispersos que fueron recopilados póstumamente en “Prosas
del autor del Martín Fierro (1834-1886)”. El 28 de
noviembre de 1872 el diario “La República” anuncia “El
gaucho Martín Fierro” (Martín en honor de Martín Güemes)
y lo publica en forma de entregas. En diciembre aparece
editado por la imprenta “La Pampa”, precedida por una
importante carta del autor a su amigo
y editor Don
José Zoilo Miguens. La obra comenzó a venderse en las
zonas rurales. Era leída en grupo, en fogones o
pulperías y su gran éxito se debió a que pintaba con
veracidad las vicisitudes del gaucho y los paisanos se
reconocían en la desgracia del protagonista. En 1879 se
publica la continuación de la obra, llamada “La vuelta
de Martín Fierro”, en una edición ilustrada por Carlos
Clérice. Ambas partes conforman el “Martín Fierro”,
extenso poema nativo calificado de obra maestra en su
género, que logra la interpretación sociológica de una
época y de una sociedad, aúna lo lírico, lo descriptivo,
lo satírico y lo épico, alcanzando los caracteres de una
epopeya.
El gran mérito de José
Hernández fue el de llevar a la literatura la vida de un
gaucho contándola en primera persona, con sus propias
palabras e imbuido de su espíritu. En el gaucho,
descubrió la encarnación del coraje y la integridad
inherentes a una vida independiente. Ésta figura era,
según él, el verdadero representante del carácter
argentino.
Curiosamente, lo que no consiguió en su actividad
política lo obtuvo por medio de la literatura. A través
de la poesía consiguió un gran eco para sus propuestas, y
el Martín Fierro fue su más valiosa contribución a la
causa de los gauchos.
El 21 de Octubre
de 1886 muere en su quinta de Belgrano (Buenos Aires).
Sus últimas palabras fueron: “Buenos Aires... Buenos
Aires...”
En su homenaje, el 10 de noviembre (aniversario de su
nacimiento) se festeja en la Argentina el Día de la
Tradición.
“Fue
poeta, empleado de comercio, rematador, contador,
taquígrafo, político, periodista, guerrero, secretario,
Ministro de Hacienda de Corrientes, revolucionario,
Diputado, Senador, miembro del Concejo Nacional de
Educación, director de bancos, protector de industrias
criollas y de gauchos, estanciero y orador”.
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Carta de José Hernández
a su Editor |
Señor, D. José Zoilo Miguens
Querido amigo:
Al
fin me he decidido a que mi pobre
Martín Fierro, que
me ha ayudado algunos momentos a alejar el fastidio de
la vida de hotel, salga a conocer el mundo, y allá va
acogido al amparo de su nombre.
No le
niegue su protección, Vd. que conoce bien todos los
abusos y desgracias de que es víctima esa clase
desheredada de nuestro país. Es un pobre gaucho, con
todas las imperfecciones de forma que el arte tiene
todavía con ellos, y con toda la falta de enlace en
sus ideas, en las que no existe siempre una sucesión
lógica, descubriéndose frecuentemente entre ellas,
apenas una relación oculta y remota.
Me he
esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en
presentar un tipo que personificara nuestros gauchos,
concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y de
expresarse que les es peculiar; dotándolo con todos
los juegos de su imaginación llena de imágenes y de
colorido, con todos los arranques de su altivez,
inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos
y los arrebatos, hijos de una naturaleza que la
educación no ha pulido y suavizado. Cuantos conozcan
con propiedad el original, podrán juzgar si hay o no
semejanza con la copia.
Quizá
la empresa habría sido para mi más feliz y de mejor
éxito, si sólo me hubiera
propuesto hacer reír a costa
de su ignorancia, como se halla autorizado por el uso,
en este género de composiciones; pero mi objeto ha
sido dibujar a grandes rasgos, aunque fielmente, sus
costumbres, sus trabajos, sus hábitos de vida, su
índole, sus vicios y sus virtudes; ese conjunto que
constituye el cuadro de su fisonomía moral, y los
accidentes de su existencia llena de peligros, de
inquietudes, de inseguridad, de aventuras y de
agitaciones constantes.
Y he
deseado todo esto, empeñándome en imitar ese estilo
abundante en metáforas, que el gaucho usa sin conocer
y sin valorar, y su empleo constante de comparaciones
tan extrañas como frecuentes; en copiar sus
reflexiones con el sello de la originalidad que las
distingue y el tinte sombrío de que jamás carecen,
revelándose en ellas esa especie de filosofía propia
que, sin estudiar, aprende en la misma naturaleza; en
respetar la superstición y sus preocupaciones, nacidas
y fomentadas por su misma ignorancia; en dibujar el
orden de sus impresiones y de sus afectos, que él
encubre y disimula estudiosamente; sus desencantos,
producidos por su misma condición social, y esa
indolencia que le es habitual hasta llegar a
constituir una de Ias condiciones de su espíritu; en
retratar, en fin, lo más fielmente que me fuera
posible, con todas sus especialidades propias, ese
tipo original de nuestras Pampas, tan poco conocido
por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan
erróneamente juzgado muchas veces, y que, al paso que
avanzan las conquistas de la civilización, va
perdiéndose casi por completo.
Sin
duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan
pocas páginas, pero no se me puede hacer un cargo por
el deseo, sino por no haberlo conseguido.
Una
palabra más, destinada a disculpar sus defectos.
Páselos Vd. por alto, porque quizá no lo sean todos
los que, a primera vista, puedan parecerlo, pues no
pocos se encuentran allí como copia o imitación de los
que lo son realmente.
Por lo demás, espero, mi amigo,
que Vd. lo juzgará con benignidad, siquiera sea porque
Martín Fierro no va de la ciudad a referir a sus
compañeros lo que ha visto y admirado en un 25 de Mayo
u otra función semejante, referencias algunas de las
cuales, como el Fausto
y varias otras, son de mucho mérito ciertamente, sino
que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares de
su vida de gaucho, y Vd. no desconoce que el asunto es
más difícil de lo que muchos se lo imaginarán.
Y con lo dicho basta para
preámbulo, pues ni Martín
Fierro exige más, ni Vd. gusta mucho de ellos,
ni son de la predilección del público, ni se avienen
con el carácter de Su verdadero amigo, Buenos
Aires, diciembre de 1872 José
Hernández
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LA
OBRA |
I. Cantor y gaucho
1
Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena extraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.
2
Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento;
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.
3
Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista;
Pido a Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.
4
Yo he visto muchos cantores,
Con famas bien obtenidas,
Y que después de adquiridas
No las quieren sustentar:
Parece que sin largar
Se cansaron en partidas.
5
Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar,
Nada le hace recular
Ni los fantasmas lo espantan;
Y dende que todos cantan
Yo también quiero cantar.
6
Cantando me he de morir
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pie del eterno padre:
Dende el vientre de mi madre
Vine a este mundo a cantar.
7
Que no se trabe mi lengua
Ni me falte la palabra:
El cantar mi gloria labra
Y poniéndome a cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.
|
8
Me siento en el plan de un bajo
A cantar un argumento:
Como si soplara el viento
Hago tiritar los pastos;
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.
9
Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuándo acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.
10
Con la guitarra en la mano
Ni las moscas se me arriman,
Naides me pone el pie encima,
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir a la prima
Y llorar a la bordona.
11
Yo soy toro en mi rodeo
Y torazo en rodeo ajeno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar,
Salgan otros a cantar
Y veremos quién es menos.
12
No me hago al lao de la güeya
Aunque vengan degollando,
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando. |
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13
En el peligro, ¡qué Cristos!
El corazón se me enancha,
Pues toda la tierra es cancha,
Y de eso naides se asombre:
El que se tiene por hombre
Ande quiere hace pata ancha.
14
Soy gaucho, y entiendaló
Como mi lengua lo esplica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.
15
Nací como nace el peje
En el fondo de la mar;
Naides me puede quitar
Aquello que Dios me dio
Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.
16
Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del cielo:
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remuento el vuelo.
17
Yo no tengo en el amor
Quien me venga con querellas;
Como esas aves tan bellas
Que saltan de rama en rama,
Yo hago en el trébol mi cama,
Y me cubren las estrellas.
18
Y sepan cuantos escuchan
De mis penas el relato,
Que nunca peleo ni mato
Sino por necesidá,
Y que a tanta alversidá
Sólo me arrojó el mal trato
19
Y atiendan la relación
Que hace un gaucho perseguido,
Que padre y marido ha sido
Empeñoso y diligente,
Y sin embargo la gente
Lo tiene por un bandido.
II. Ayer y hoy
sigue |
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