El
poeta Hamlet Lima Quintana murió el 21 de febrero de 2002 por la tarde a
los 78 años, víctima de un cáncer de pulmón. Y las letras argentinas, la
poesía inolvidable del folklore popular incrementó aquel vacío que
fueron dejando Manuel J. Castilla (1980), Jaime Dávalos (1984), Armando
Tejada Gómez (1992), Gustavo “Cuchi” Leguizamón (2000).
Pero al igual que ellos, Lima Quintana no se fue del todo. Se fue con el
cuerpo asombrado y la voz ronca de gritar que volverá, como prometía en
aquella emblemática letra de Zamba para no morir. El se quedará en sus
letras, en la voz del pueblo y los músicos que llevan su palabra
imprescindible por los escenarios, del país y el mundo.
Con esa canción inolvidable, compuesta junto a Mario Arnedo Gallo, y La
amanecida unos años antes, Lima Quintana fue uno de los que rompió el
molde del folklore ortodoxo, habituado hasta entonces al relato
costumbrista o paisajístico. En 1953 escribió La amanecida: “Monte de
soledad/nos vamos bebiendo el día/y un andar por la tierra salobre/de
lágrimas perdidas”. Fue un hito de la transformación del canto
folklórico latinoamericano, con la incorporación de la metáfora, la
magia poética, la imagen y el sentido. Fue muy criticado por los
sectores más conservadores de la música nativa, pero en cambio muy bien
recibida por los intérpretes y el público. Los conjuntos y los solistas
comenzaron a elegirlo, y cantar las canciones con letra suya, como la
huella La cuatrereada, Triunfo de las Salinas Grandes, Juanito Laguna
remonta un barrilete y Crónica de un semejante, por nombrar algunas.
La historia
Hamlet Lima Quintana nació el 15 de setiembre de 1923 en la ciudad de
Morón pero aprendió a caminar en Saladillo, y en su obra plasmó los
colores, los sabores, las personas, las costumbres de la pampa húmeda.
Heredó de su familia la pasión por la poesía y la música: su padre
escribía y su madre tocaba el piano. A partir de allí, hizo sus propias
armas para consolidarse como uno de los más grandes creadores
argentinos.
Entre las décadas del ‘40 y el ‘60, fue músico y cantor, primero en la
compañía de Ariel Ramírez, luego en Los Musiqueros y más tarde en Los
Mandigas. También formó un dúo con Mario Arnedo Gallo y finalmente fue
solista, hasta que dejó de cantar.
En su carrera tiene escritos más de 25 libros de poemas, una biografía
de Osvaldo Pugliese, más de 400 canciones, y la reciente cantata al Che
Guevara, Che, diario del regreso, que con música de Oscar Cardozo Ocampo
(fallecido durante el año pasado) fue grabada por Jairo. Sus últimos
trabajos fueron Sinfonía de la llanura, junto a Oscar Alem, editado en
forma independiente, La palabra y Crónica de un semejante |