A
lo largo de su trayectoria,
"Los Hermanos Abrodos" han ido cambiando —por razones obvias— algunos de
sus integrantes. Si bien antiguamente formaban un trío (Manuel, Pepe y
Roberto Abrodos), con el paso de los años se han ido convirtiendo en un
sexteto, aún encabezado por los siempre vigentes y veteranos Manolo y
Pepe y completado por Adolfo Mocetti (piano), Angel Bianchi (integrante
del coro de voces y excelente primera voz), Juan José Crocci (bombo y
guitarra) y Sixto Abrodos (solista y primera guitarra). Pero más que
"Los Hermanos Abrodos", el que hoy atrapa toda nuestra atención es, en
realidad, Manuel Abrodos, cuerpo y alma de este trascendente y
tradicional conjunto. Al llegar a su casa percibimos la grata sensación
de estar en un ámbito donde la creación y la tradición son sinónimos de
vida. Entre mate y mate su cara se ilumina, a medida que los recuerdos
van aflorando a su mente.
—Mi primera actuación
en público la hice a los 9 años. En esa oportunidad (se ríe) me
pagaron cinco pesos por bailar un Malambo.
Aunque sabe muy bien que
nos referimos a su trayectoria como profesional, no puede evitar dar
rienda suelta a ese gran sentido del humor que lo caracteriza.
—Se podría decir que
mi primera gira como profesional la hice en el año 1932, junto a los
hermanos Navarrine, en el elenco de Los de la Raza, actuando con
gran suceso en Mendoza (en el Teatro Independencia), luego en San Juan
(en el Teatro Stornel) y regresando a Mendoza, donde debíamos tomar El
Trasandino que nos llevaría a Chile. Finalmente la gira sería postergada
debido a la lluvia de ceniza que inundó el país.
—¿Cómo y en qué parte
de la gira sucedió?
—Fue precisamente
cuando nos dirigíamos a Chile. El tren dejó de circular porque los cinco
metros de ceniza que cubrían las vías impedían continuar la marcha.
—¿Qué hicieron
entonces y, en tal caso, por qué no tomaron un avión?
—En esa época los
aviones llevaban muy pocos pasajeros y resultaba demasiado caro
transportar tanta gente (éramos 31 personas). Entonces los hermanos
Navarrine, que dirigían el elenco, resolvieron realizar una gira por el
interior del país.
—¿Cómo estaba
programada la gira original?
—Habíamos pensado,
luego de chile, pasar a Ecuador y de allí a Colombia, para finalizar la
gira en Los Angeles (E. Unidos). Desgraciadamente no pudo ser.
—¿En qué consistía el
espectáculo?
—El espectáculo se
basaba en la presentación de una comedia, "Patio de Tango", y finalmente
"La Fiesta Nativa"
—¿Cuándo surgieron
«Los Hermanos Abrodos» como agrupación propia?
—«Los Hermanos
Abrodos» comenzaron a actuar precisamente después de esa gira. Recuerdo
que el debut lo hicimos en el Teatro Nacional, junto a Libertad
Lamarque. En esa oportunidad Navarrine escribió, especialmente para
nosotros, «La Canción del Linyera», que aún continúa en nuestro
repertorio y es uno de los temas que nos dio (y nos sigue dando) las
mayores satisfacciones. Me acompañaron entonces Pepe, que aún permanece
en el conjunto, y Roberto, ya desaparecido.
—¿Y el debut radial de
«Los Hermanos Abrodos»?
—En el año 1935, en
Radio Belgrano. Se podría decir que esa emisora fue la que nos abrió la
puerta grande del éxito, ya que nuestras presentaciones allí fueron
suceso hasta 1941, año en que pasamos a Radio El Mundo, en donde
actuamos durante 28 años consecutivos.
—Uno de sus más
grandes éxitos televisivos fue, si mal no recuerdo, aquel ciclo que
difundía Canal 7...
—Seguramente Ud. se
refiere a «La Carreta de Los Abrodos»
—Exactamente; a ese
mismo.
—Bueno, ese programa
se difundió durante más de 6 años en Canal 7, pero no fue el único que
nos trajo satisfacciones. También nos sentimos muy a gusto (sobre todo a
nivel personal) en el ciclo que por aquel entonces (me refiero al
período '74/'76) difundía Canal 7 con el nombre de «Todo Argentino», con
gran acierto y sentido de nuestra tradición, tanto en tango como en
folclore.
—¿Y en la faz teatral?
—Antes de incursionar
en la radio, trabajamos en el Teatro Nacional Cervantes, en compañía de
los hermanos Pepe y Antonio Parada y, más tarde, en 1938, en el mismo
teatro, junto al director Elís Alippi, en la obra «Calandria», de
Leguizamón, donde se montó la fiesta criolla con canto y danza. Luego
vinieron «Mama Culepina» y «El Sargento Palma», bajo la dirección de
Enrique de Rosas, «El puñal de los troveros» con Armando Discépolo y,
finalmente, «La fiesta criolla de Martin Fierro», en versión de José
Gonzalez Castillo y bajo la dirección (por segunda vez) de Elías Alippi.
—Y eso no es todo,
porque tenemos entendido que la producción discográfica de los Abrodos
es bastante amplia. ¿No es así?
—En efecto. Hemos
grabado más de 600 discos en 78 RPM (los de pasta), 109 Larga Duración,
y recién terminamos de grabar el volumen 10 del Album de Danzas Nativas,
donde figuran verdaderas joyas del repertorio bailable.
Manuel Abrodos
Carlos Reyna
(Nota original publicada en
setiembre de 1980, en el diario «El Oeste», de Mercedes, Bs. As.)
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