Güiraldes
nació en una familia de alto rango social y de grandes propiedades. Don
Manuel Güiraldes, su padre, era un hombre de gran cultura y educación; y
también muy interesado por el arte. Esta última predilección fue
heredada por Ricardo, que dibujaba escenas campestres y realizaba
pinturas al óleo.
Un año después de nacer Ricardo, la familia se trasladó a Europa, donde
permaneció durante algún tiempo. A su regreso y contando el niño con
cuatro años de edad, se lo podía escuchar hablando tanto francés como
alemán; siendo el francés el idioma que dejaría honda huella en su
estilo y en sus preferencias literarias.
Su niñez y juventud se repartieron entre San Antonio de Areco y Buenos
Aires. Fue en San Antonio donde se puso en contacto con la vida
campestre y de los gauchos, reuniendo experiencias que habría de
utilizar años más tarde en Raucho y en Don Segundo Sombra. Fue allí
donde conoció a Segundo Ramírez, un gaucho de raza, en el que se inspiró
para dar forma a la figura de Don Segundo Sombra.
Tuvo una serie de institutrices y luego un profesor mexicano, que
reconoció sus aspiraciones literarias y le animó a continuar con ellas.
Estudió en varios institutos hasta que acabó el bachillerato a los
dieciséis años. Sus estudios no fueron brillantes. Comenzó las carreras
de arquitectura y derecho, sucesivamente, más al fracasar, emprendió
varios trabajos en los que tampoco triunfó. Viaja a Europa y Oriente en
1910 en compañía de un amigo, visitando Japón, Rusia, la India, Oriente
Próximo y España, instalándose finalmente en París con el escultor
Alberto Lagos. En la capital francesa decide seriamente convertirse en
escritor.
Sin embargo, Güiraldes se dejó seducir por la vida fácil y divertida de
la capital francesa y emprendió una frenética vida social, intentando
olvidar sus proyectos literarios. Pero un día se le ocurrió sacar de un
cajón unos borradores que había escrito, unos cuentos campestres, que
luego incorporaría a sus Cuentos de muerte y de sangre.
Leyó los cuentos a unos amigos y le animaron a publicarlos. Ya en estos
primeros borradores se dio cuenta de que había forjado un estilo muy
particular.
Volvió a Buenos Aires en 1912 después de haber decidido, de una vez por
todas, convertirse en escritor. Al año siguiente, 1913, se casó con
Adelina del Carril, hija de una destacada familia bonaerense (la
ceremonia se realiza el día 20 de octubre, en la estancia Las
Polvaredas), y ese mismo año aparecieron varios de sus cuentos en la
revista Caras y Caretas. Éstos y otros de 1914, irían a formar parte de
Cuentos de muerte y de sangre que, junto a El cencerro de cristal, se
publicarían en 1915 animado por su mujer y por Leopoldo Lugones. Sin
embargo, no tuvo éxito. Dolido, Güiraldes retiró los ejemplares de la
circulación y los tiró a un pozo. Su mujer recogería algunos de ellos y
hoy en día estos libros, manchados de humedad, tienen un gran valor
bibliográfico.
A finales de 1916 el matrimonio Güiraldes, junto a un grupo de amigos,
emprende un viaje a las Antillas, visitando Cuba y finalizando el mismo
en Jamaica. De sus apuntes surgiría el esbozo de su novela Xaimaca. En
1917 aparece su primer novela Raucho. En 1918 publica la novela corta
Rosaura (rótulo de 1922) con el título Un idilio de estación en la
revista El cuento ilustrado de Horacio Quiroga.
En el año 1919 viaja otra vez a Europa con su mujer. En París establece
contactos con numerosos escritores franceses. Frecuenta tertulias
literarias y librerías.
Entre todos los escritores que conoció en esa visita, quien mayor huella
le deja fue Valéry Larbaud. En 1923 publica en Argentina la edición
definitiva de Rosaura, muy influenciada por escritores franceses, y que
es razonablemente bien recibida por público y crítica.
En 1922 vuelve a Europa y, además de establecerse en París, pasa una
temporada en Puerto Pollensa, Mallorca, donde había alquilado una casa.
A partir de ese año se opera un cambio intelectual y espiritual en el
escritor. Se interesó cada vez más por la teosofía y la filosofía
oriental, buscando la paz del espíritu. Su poesía es fruto de esta
crisis.
Al mismo tiempo sus ideas literarias empezaban a tener aceptación en
Buenos Aires, ciudad que se veía asaltada por los movimientos
vanguardistas. Güiraldes ofreció su apoyo a los nuevos escritores.
En 1924 funda la revista Proa junto con Brandán Caraffa, Jorge Luis
Borges y Pablo Rojas Paz; la revista no tendría éxito en Argentina pero
sí en otros países hispanoamericanos.
Tras el cierre de la revista, Güiraldes se dedica a terminar Don Segundo
Sombra, novela a la que pondría el punto final en marzo de 1926.
El final [editar]En 1927 hace su último viaje a Francia, a Arcachon, y
debido a su estado de salud es trasladado a París -en una ambulancia-
donde muere, en la casa de su amigo Alfredo González Garaño, víctima de
la enfermedad de Hodgkin (cáncer de los ganglios). El cadáver es
trasladado a Buenos Aires para darle sepultura en San Antonio de Areco.
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