Los negros en la Revolución de Mayo
Discurso del Diputado Lorenzo Pepe
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La Cámara de Diputados de la Nación realizó el 13 de septiembre de 2001, el “Homenaje a los soldados negros del Ejército del General Don José de San Martín que lucharon con bravura por la Emancipación Americana”. El discurso de apertura estuvo a cargo del diputado nacional Lorenzo Pepe (PJ, Provincia de Buenos Aires), que actualmente integra la Comisión Bicameral Administradora de la Biblioteca del Congreso de la Nación. El texto del discurso sigue a continuación. |
Autoridades, asociaciones, presentes: Los pueblos que se acostumbran a ser indiferentes por lo que más les atañe como tales y olvidan con ligera injusticia a sus antepasados y acontecimientos históricos, renuncian a lo que ha sido su existencia en el ayer y sin la cual nada habrían llegado a ser en el presente.
Por eso, hoy, desde la Cámara de Diputados de la Nación, queremos rendir un justo homenaje de reconocimiento y gratitud a quienes, desde los albores mismos de la nacionalidad, supieron escribir páginas de gloria con su heroísmo y sacrificio: los soldados negros que sirvieron en nuestro Ejército. Todos valemos lo mismo, nacimos iguales en dignidad y por esta razón merecemos respeto, sin importar nuestras circunstancias externas. No es el color de la piel, ciertamente, una característica que sirva para medir calidades humanas pero, en estos casos, es útil como referencia para reconocer a grupos humanos, las funciones que cumplieron, su ubicación y desempeño en los batallones armados en los que prestaron servicio y pasaron a la historia.
En realidad, los seres humanos se diferencian por su calidad moral, por sus sentimientos, por la altura de sus ideales. Ignorar hoy esta verdad fundamental equivale a vivir en un mundo irreal. Pero estos hombres, estos soldados negros, vivieron un mundo intolerante, una sociedad esclavista y por eso se acrecientan sus virtudes, sus justas aspiraciones de libertad, por eso los recordamos y homenajeamos. En definitiva, desnudos vinimos al mundo, imbuidos solamente con la dignidad del ser humano y finalmente, de igual manera, nos presentaremos ante Dios a rendir cuenta de lo hecho. Nuestros soldados negros fueron combatientes temibles por su bravura y mostraron una capacidad especial que los distinguía, además de su aptitud para la lucha: su generosidad, su decisión de inmolarse, si era necesario, en pos de un ideal superior.
Aquellos negros, nuestros negros, sirvieron a un ejército que nacía con la Patria, y lo enaltecieron con su heroísmo y con su sangre. Constituyeron el núcleo de los Batallones 7 y 8 de Infantería y lucharon junto a sus pares blancos y mulatos pero en unidades distintas, en el Ejército Libertador del Gral. José de San Martín. Lucharon y murieron por la Emancipación de América. Se cubrieron de gloria en los campos de combate de Chacabuco, Maipú, Cancha Rayada y llevaron la libertad a medio continente participando también durante la campaña del Alto Perú.
Permítanme tomar algunos ejemplos, algunas vivencias que, me parece, simbolizan actos de heroicidad y entrega de nuestros soldados negros. En aquella época el General José de San Martín, conductor del Ejército Libertador, resaltó el valor de sus soldados negros, expropió a los esclavos y les dio libertad a cambio de sus servicios. Ellos formaron la Infantería del Ejército de los Andes, Infantería que justamente hoy conmemora su día. San Martín dirigía con preferencia a los pelotones de reclutas negros libertos a quienes proclamaba con frecuencia que no había soldados más valientes y decididos que ellos, solía decirles que: “si los españoles los llegaban a derrotar, volverían nuevamente a ser esclavos y los venderían por azúcar”. Por esta razón Chacabuco y Maipú fueron protagonistas del valor sin límite del soldado negro que a cada bayonetazo que dirigía a los realistas, en el fragor del combate, repetía “tomá pa chuca” (tomá por azúcar).
Al mes de la batalla de Chacabuco, San Martín fue al campo de combate y parándose frente a un montón de tierra removida, exclamó, simplemente, como lo hacen los grandes que quieren expresar un profundo reconocimiento: “¡pobres mis negros!”. Allí estaban enterrados los caídos pertenecientes, en su mayor parte, al Batallón número 8 compuesto por libertos de Cuyo. En Maipú, los negros de los Regimientos 7 y 8 tuvieron que enfrentarse con el famoso regimiento realista de “Burgos”. En un momento del combate, varios batallones patriotas retrocedieron ante el ataque español mientras los negros del 7 los increpaban llamándolos “poyelulos” (pollerudos) y al tiempo que llevaban una frenética carga a la bayoneta sin descanso. La matanza de españoles fue espantosa, revirtiendo la situación y obligando a la rendición realista. Ante semejante valentía, ante semejante hazaña, ¿cómo el Padre de la Patria no iba a ponderar el valor de sus soldados negros? ¿Cómo nosotros no vamos a recordar y elogiar su constancia y valor? Una prueba del patriotismo que los animó fue que los españoles no pudieron, a pesar de sus tentativas, formar cuerpos realistas con ellos. No sólo Chile fue testigo de la bravura de los soldados negros, también Perú conoció sus proezas, basta recordar al porteño Cabo Segundo Antonio Ruiz, más conocido como “Falucho”, quien se negó a izar la bandera española en un fuerte de El Callao y fue fusilado en el lugar. Murió gritando: “¡Viva Buenos Aires!” Era un soldado del Regimiento 8. Varios fueron los negros que legaron su nombre a la posteridad, entre ellos cabe destacar al capitán Antonio Videla, quien murió valientemente entre las murallas de Montevideo al frente de la Compañía de Cazadores Pardos y Morenos que él comandaba. Su hija, que continuaba siendo esclava, fue liberada por el Cabildo de Buenos Aires ante la muerte heroica de su padre.
Otro valeroso soldado negro, el Coronel Lorenzo Barcala, nacido en Mendoza e hijo de africanos esclavos, fue instructor de reclutas en El Plumerillo y hombre de confianza de San Martín, quien le encargó en 1817 la protección de la Guarnición Militar que quedaba en Mendoza y por lo que no participó en las campañas de Chile y Perú. Decían de él que “era un africano alto, vigoroso, jetudo y motoso, pero de finos modales”. Participó en la Campaña del Brasil y en las luchas civiles tomó partido por los unitarios. Sirvió a las órdenes del General Paz, quien tenía por el Coronel Barcala un respeto que rayaba con la veneración. Y así como éstos, numerosos hombres negros se distinguieron en el servicio de las armas, muchos eran artesanos humildes que soportaron mal el pesado yugo de la esclavitud. El servicio de las armas les brindaba la ambicionada condición social de “libertos” y esto explica en parte la gran cantidad de negros en los ejércitos emancipadores. No es posible desconocer que los hechos más destacados y de mayor influencia en la vida nacional, como el Pronunciamiento de Mayo, la Declaración de la Independencia, la Organización de la Patria y la República o la Federación de Buenos Aires, no hubieran sido posibles sin el esfuerzo de nuestros primeros soldados, de un Ejército que vio a nuestros negros batirse en las primeras líneas de combate y ofrendarse como héroes en la causa de la Emancipación Americana.
En momentos de enormes incertidumbres, cuando hasta nuestra identidad nacional, desde hace ya tiempo, está confundida con la globalización, cuando algunos hablan del riesgo del debilitamiento nacional, debemos hacer un alto y mirar hacia la historia de este noble y sacrificado pueblo argentino para identificarnos con la heroicidad, la entrega y la valentía de estos hombres a los que hoy homenajeamos, sublimes y heroicos en su alma y en su espíritu. No para repetir desencuentros, no para reiterar errores, sino para advertir la necesidad de superarlos juntos, si es que queremos enfrentar con éxito los problemas que nos aquejan... que podrán ser muchos y muy graves, pero que no serán insolubles si se restaura la moral y, por sobre las ambiciones egoístas, prevalece la voluntad de trabajar en forma decidida por la grandeza de la Patria y la felicidad del pueblo, que es a quien en definitiva nos debemos. Volvamos, pues, la mirada a nuestra historia, porque en ella están los ejemplos que nos señalan el camino. La historia de nuestros padres fundadores y la de tantos seres en su mayoría anónimos, como estos negros valerosos, que desde los campos de batalla de nuestra emancipación, o desde el trabajo de todos los días, supieron transformar lo que era un desierto en una nación progresista, admirada y respetada en todo el mundo. Rescatemos entonces del pasado, como un homenaje largamente merecido y postergado, como un mandato de la historia para nosotros, para las generaciones venideras, el heroísmo de nuestros ilustres negros, de nuestros queridos negros, de aquellos que supieron darlo todo por la Patria incluyendo sus vidas, para gloria de ellos, de sus descendientes y de la sociedad argentina toda, hermanados en la tarea común y suprema de construir la República todos los días. Maestro: Le pido un toque de silencio en memoria de nuestros heroicos soldados negros.
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