MÚSICA CON UN ÚNICO INSTRUMENTO : LA
VOZ HUMANA”
El grupo vocal Ashpamanta mantiene cautiva en su canto la
sagrada palabra, como una mariposa la armonía se va posando en
las cuerdas de plata de la partitura para hacerlas brotar
rutilantes en cada canción.
Carlos Di Palma , hacedor de esa jaula de pájaros en cuya
ceremonia del canto van dejando los sueños del runa dibujados
en la tierra de su nascencia, acechando sus ilusiones,
resignado a su destino. Como un hilandero inmutable
entremezcla las voces como vellones de lana en la puiscana,
las ata y las desata entrelazándolas en el telar musical de
cada composición. Su creatividad inquebrantable le permite
tener una formación joven en su tonalidad, añosa en sus
sentimientos, sutil en el tiempo ritual de la canción.
A la búsqueda de un nombre
Ashpamanta está conformado por Sandra Gañete contralto,
Raúl Alamos primer tenor, Mario Espejo barítono, Enrique
Palacios bajo y Carlos De Palma segundo tenor. Cuando quedamos
de acuerdo para hacer esta nota Carlos se decidió por el
silencio y la tranquilidad de mi casa antes que las luces del
centro, solo le pedí que traiga las ganas de hablar y cumplió.
¿Como surge este nombre compuesto?
-Cuando buscábamos
un nombre allá por el año 85, junto a uno de los integrantes
que estaba al comienzo Ricardo
Ros, el bajista, hicimos una pequeña investigación. En aquel
momento no había Internet en
Argentina, así que recorrimos bibliotecas buscando libros de
quichua. Cuando yo formé el grupo quería
darle un estilo contemporáneo en cuanto a su tratamiento
musical específicamente pude conservar la
esencia verdadera de los grupos folklóricos y por eso me
parecía muy importante tener un
título que tuviera que ver con las raíces.
-Con la tierra justamente…
-Recuerdo que
hicimos combinaciones de palabras hasta forma Ashpamanta que
en realidad su traducción literal
es desde la tierra o de nuestra tierra.
-En este recorrido hubo una primera formación. ¿Quiénes la
conformaban?
-En el 85 era una
formación de sexteto vocal mixto. Teníamos una soprano Silvia
Alonso, una mezo-soprano
Claudia Aggiorno, contralto Sandra Gañete, Mario Espejo el
barítono, Ricardo Urroz bajo y yo Carlos Di
Palma tenor. Después del año 87 suspendimos actividades por
cuestiones laborales, y por
distintos motivos pasaron diez años.
-Un largo silencio...
-En el que pasaron
muchas cosas. Yo soy quien hace los arreglos del grupo y esa
fue una etapa donde me asenté
profesionalmente como músico. Fue muy necesario porque yo me
dedico enteramente a la
música.
-¿Vive de ella?
-Felizmente sí. En
los últimos años trabajé como músico de algunos cantantes,
haciendo arreglos para distintos
grupos y finalmente ingreso al mundo del teatro musical donde
me desempeño como músico de las
orquestas, haciendo arreglos y dirección de coros. Un
crecimiento muy necesario.
Si bien estudiar
música es fundamental para quien pretende ser un profesional,
la mejor escuela es la experiencia. Yo
la fui adquiriendo desde el 81, no solo en los 10 años que el
grupo Ashpamanta no estuvo en
actividad, porque hay un tiempo de maduración donde uno
empieza asimilar todo lo que aprendió.
Como músico profesional he tenido que abordar todos los
estilos muchas veces no es el que nos
gusta pero la profesión obliga. Alguna vez estuve formando un
grupo de música pop que tuvo su
momento de repercusión, y yo le decía constantemente al
baterista un gran amigo,” Esto es lindo
pero mi corazón está puesto en los grupos vocales y la música
popular”.
-¿Y ella le es esquiva a la hora de vivir del grupo?
-Lamentablemente la
respuesta es no podemos vivir del trabajo del grupo
vocal, lo hacemos para cultivar
un gusto personal, cosa que si ocurría en otra época de
nuestro país. A principios de los ‘70
yo estaba en los primeros años de la secundaria cuando ya la
época de oro estaba avanzada.
Otras formaciones
en la memoria
-Después de tan
prolongado silencio, un nueva etapa. ¿Quiénes conformaron la
segunda
formación?
-Se produce un solo
cambio. Un año antes que se forme Ashpamanta estábamos
cantando en un octeto vocal con el
que tuvimos la oportunidad de viajar a Santiago del Estero,
donde pudimos pasar una noche
inolvidable junto a Sixto Palavecino y a Carlos Marrodan, a
quien que admiro muchísimo por su
musicalidad.
-¿Ya lo conocía?
-Sí, me había
convocado para formar parte de lo que iba a ser la
reagrupación del grupo Vocal Argentino, junto a
Carlos Fanelli como bajo y un chico que no recuerdo el nombre,
santiagueño, Tocaba el violín,
la guitarra y cantaba muy bien. Pero con esa formación no pasó
nada. Típico de la personalidad de
Carlos, un bohemio, empezó con ese proyecto pero por su
profesión de médico sumado a otros problemas personales no se
pudo hacer, yo lo conocí en ese momento y lo aprendí
a admirar. Por eso cuando existió la posibilidad de viajar a
Santiago con el octeto quedé en
contactarlo, lo que no me fue muy difícil, primero como
pediatra después como músico. Tenía un grupo
vocal para despuntar el vicio. Fuimos a presenciar un ensayo a
su casa, nosotros conformábamos un
octeto mixto muy bien armado con gente de experiencia muy
afinado, pero al escucharlos
sentimos que lo que hacíamos era bueno pero lo que
verdaderamente nos hacía hervir la
sangre era lo que estaba haciendo Marrodan, nos dijimos ¡Guau!
¡Esto es lo que hay que hacer!
Era un quinteto
masculino es decir bajo, barítono, tenor, un segundo tenor y
un contratenor que hacía la voz
más aguda.
-Difícil de
encontrar ¿no?
-Realmente es muy
difícil encontrar esa voz masculina, y yo me quedé con la idea
fija de hacer algo así en algún
momento.
-¿Cómo se llamaba
su octeto?
-Ensamble 8. Había
sido formado por un amigo lamentablemente ya desaparecido
Daniel Cirilo, yo colaboraba con los
arreglos y la dirección con él, pero la experiencia dice que
cuando hay más de un criterio tarde o
temprano surgen incompatibilidades.
-Muchas manos en un
plato…
-Exacto, sin
problemas personales, solo diferencias de criterio. Yo pensaba
que lo mejor era de una manera y él la
veía diferente, así que finalmente esa situación llevó al
grupo a la disolución en el año ’85,
después armamos un sexteto, pero seguía recordando la
formación de Marrodan.
-Le había llegado
hasta la fibra más íntima...
-Totalmente, tenía un estilo bellísimo. Al volver sabía que
me iba a ser muy difícil encontrar un contratenor agudo y
decidí que la contralto podría suplir tranquilamente la tarea,
no quería tener voz femenina demasiado aguda, porque iba a
usarla como voz tope tímbrica y de ahí empezaría a bajar.
-¿Cómo se integraron las otras voces a Ashpamanta?
-Bueno Raúl Alamos nuestro primer tenor estudiaba con
Alcides Genanián de Gente de canto. Como nosotros estábamos
tomando clases de canto con un profesor que conocía a Alcides
por contacto vino Raúl, se enganchó con nuestra onda y así
quedó formado el grupo. Sandra contralto, Raúl primer tenor,
yo como segundo tenor, Mario Espejo como barítono y Ricardo
Urroz como bajo, quien debió abandonar el grupo por problemas
personales y tomó su lugar Enrique Palacios.
“Desde la tierra”
-¿Cuándo comienza Ashpamanta a grabar su disco?
-Arranca a fines del ’97, yo me tomé todo el verano para
hacer los arreglos y en marzo estuvimos listos para los
ensayos. Recién en el ’99 comenzamos a grabar el disco porque
yo tengo la gran bendición, que es haber podido en su momento
y gracias a mi trabajo armarme un pequeño estudio de grabación
en mi casa. Mi experiencia como músico me había llevado a
estar varias veces en sesiones de grabación con otros
cantantes o grupos y notaba que había muchos criterios que se
aplicaban en la mezcla que yo no compartía...pero obviamente
no era mi producto, no debía involucrarme, a lo sumo dar una
opinión. En otra época algunos grupos consagrados tenían que
aceptar imposiciones de las grabadoras, por ejemplo yo
recuerdo que por alguna razón la compañía ponía la condición
de poner un bajo eléctrico en tal tema o tal vez la presencia
de un piano y ese no es el criterio del grupo.
-¿Por eso el disco de ustedes es independiente?
-Es muy a pulmón. Nosotros lo grabamos, nos encargamos de
la gráfica. Siempre supimos que este disco iba a cumplir una
función principal que era presentarnos en la sociedad musical
argentina, es decir poder decir -“esto es Ashpamanta, sonamos
así”-. No pretendíamos recuperar la inversión y creo que en
alguna medida esa pretensión fue cumplida. (Risas). Fue muy
bien recibido por la gente del medio, de
los colegas. Estamos muy contentos con el resultado de
“Desde la tierra” que ya tiene sus cinco años
-Cuéntenos de su repertorio...
-Este disco incluye el 70% de los temas que formaban el
repertorio de lo que en el ’85 era un vocal mixto, de manera
que tuve que hacer una adaptación de los arreglos a la
formación nueva. Por ejemplo “Zamba de Lozano”, “Camino a
Chuquis”, “El Cachilo dormido” tenían escrito los arreglos
para soprano y mezzosoprano y en la formación nueva no había
esas voces, hubo que adaptarlos. Muchas veces desde el punto
de vista musical para lograr la adaptación se cambian entre
otras cosas la tonalidad, lo que cantábamos en mi menor ahora
lo hacemos en la menor. Cuando el arreglador se sienta a
escribir tiene que saber cual va a ser la respuesta del bajo o
el rendimiento de cada voz en esa tonalidad. Cuando se cambia
por adaptación se puede lograr un arreglo que suene bien.
-¿Cuánto tardo en grabar y editar el compacto?
-Entre idas y vueltas casi todo el’99. Ese año tuve
mucho trabajo afuera y de pronto me ausentaba un mes volvía
dos semanas y me iba por otros dos meses más. Pero en realidad
hicimos al revés de lo que sucede en otros grupos vocales que
se forman, se reúnen ensayan mucho y comienzan a actuar y a
medida que se va adquiriendo experiencia se graba un disco.
Con Ashpamanta nos reunimos, ensayamos, grabamos y después
empezamos a actuar, motivo que origina que en muchos temas las
versiones vayan sufriendo por mínimo que sea alguna
transformación del disco al vivo, es inevitable. Por ejemplo
hacemos un tipo de intermedio musical con una chacarera y
después resulta que en vivo uno siente que no rinde de la
misma forma, siente que es necesario modificarlo en algún
aspecto porque comprobamos que la versión utilizada difiere de
la del disco, para evitar ese contratiempo a las canciones que
conformarán el nuevo material ya las venimos cantando en las
actuaciones.
-¿Cómo se plasma la opinión de todos en un disco?
-La opinión de todos es que hay música buena o mala, opinar
sobre un género específico no me parece bien, si la música es
buena es valiosa, sea del género que sea. El único parámetro
que utilizamos es que nos llegue al corazón, nos conocemos
hace tanto tiempo que cuando alguno del grupo trae un tema y
nos hace escuchar, yo generalmente propongo algo, y nos
ponemos de acuerdo. Yo me di cuenta de lo importante que es
esto. Al principio tenía una actitud un poco contagiada por el
aspecto profesional. Cuando uno contrata a un músico
especifico para una función y se equivoca en la elección hay
que cambiarlo porque sino lo hago la persona ante la que debo
responder me lo recriminaría, primero el nivel musical y
después todo lo demás. En nuestro caso los temas son
diferentes, una cosa es el ámbito estrictamente profesional,
si bien con el grupo trabajamos más en detalle que un
profesional, lo más importante es la cuestión humana. Uno debe
estar compartiendo muchísimas horas ensayando, arriba de un
escenario, en ocasiones compartir un viaje, convivir con
alguno de los integrantes una habitación, es decir si la cosa
humana no está bien el resto tampoco puede estarlo. Una vez
los sorprendí diciéndole -“Estoy muy contento que estén en
este grupo”-, cruzaron miradas extrañas y me preguntaron
-“¿que te pasó?”- Simplemente había tomado conciencia de lo
difícil que un grupo de personas se lleve bien, estén siempre
dispuestos. Recuerde que yo vivo en Haedo, la contralto en
Olivos, el barítono en Temperley y el bajo que estaba antes
era de Benavidez y no tenía auto, ahora reemplazado por
Enrique Palacios, de Liniers.
_Como quien dice el mapa del conurbano bonaerense…
-Claro, y sin embargo a la hora de ensayar estaban todos en
mi casa una vez por semana. Sin contar las veces que debemos
poner plata para ir a cantar, en traslados se entiende. Por
eso debemos elegir donde ir a cantar, no por ser elitista sino
por una necesidad real que es el sonido.
-¿Es compleja su planta de sonido?
-Yo toco sintetizadores, en el grupo seguro ponemos teclado
electrónico y un bajo eléctrico, o sea instrumentos que si no
se amplifican no suenan, cinco micrófonos para las voces, tres
líneas para bajo, teclado y guitarra y por último micrófonos a
percusión porque tenemos u n set de ton y platillos. Si le
sumamos un charango, necesitamos como mínimo doce canales, no
es un capricho, es una necesidad de la que no podemos
prescindir y no siempre se tienen esas precisiones, podemos
dejar de cobrar cachet pero al menos necesitamos un buen
sonido.
-En algunos espectáculos he observado que el público
entusiasta comienza a hacer palmas ¿Cómo resuelve esa
situación el arreglador?
-Debe tratar de anticiparse a esa situación. Por ejemplo en
un huayno es muy probable que la gente palmee, tal vez se deba
dejar un espacio para que eso ocurra, que la intervención del
público no pueda tapar alguna intervención importante de las
voces. Bueno es distinta la repuesta de la gente si se actúa
en una peña, festival o teatro.
-Hablando de escenarios ¿es fácil para el grupo
conseguirlos?
-En la medida que nos lo propongamos sí. Cuando así lo
hicimos lo hemos logrado. Hay un tema pendiente que
reconocemos que tenemos un departamento de relaciones públicas
muy malo (risas),
digamos que cuando estaba Ricardo Urroz, una persona que
disponía de dos cosas fundamentales: tiempo y entusiasmo.
Salía, hablaba y conseguía cosas muy lindas. Después comenzó a
hacerlo Raúl Alamo, que es quien se relaciona, va a las
reuniones de grupos vocales en representación nuestra, pero
por su actividad laboral le es muy difícil cumplirla y yo por
la mía es imposible. Aunque en realidad es por temporada, por
ejemplo la semana pasada recién terminé una obra que me ocupó
todo el verano y ya salió otro proyecto.
-¿Para trabajar con teatro?
-Sí, desde hace varios años trabajo en teatro en la
cuestión musical con José Cibrián y Ángel Mara. Cuando hay una
obra nueva para estrenar hay que hacer los arreglos corales,
escribir las partituras, asignar las partes a los actores, y a
veces si la obra lo requiere, siempre que haya presupuesto
suficiente, se contrata un grupo aparte.
-¿Es redituable?
-Según el contrato que uno consiga, me encargan el trabajo
y a veces va a cooperativa y a veces no .
Esos son los más rendidores, por eso afirmo que puedo
vivir de la música.
-Tarea nunca fácil...
-¿Claro que no!.. Tengo amigos residiendo en España o
Italia y no han podido lograrlo y se admiran que yo lo haga
con todos los problemas que hay en un país como el nuestro.
Haciendo un rápido análisis, yo desarrollo más de una tarea
musicalmente hablando. Cuando me llaman para tocar el bajo en
una orquesta al mismo tiempo pudo estar haciendo los vocales
de un elenco para una obra y también un trabajo de copista o
sea hacer todas las partituras, imprimirlas, y editarlas. A
veces surge la tarea de tecladista, o en otra época he tenido
alumnos. La suma de varias pequeñas cosas va colaborando para
que a principios de cada mes por ejemplo pueda pagar la
hipoteca de la compra de mi casa
Un nuevo disco en el horizonte
-Cuéntenos del próximo trabajo discográfico. ¿Va a contar
una presencia instrumental más fuerte?
-Obviamente la estrella de Ashpamanta van a ser las voces,
es la esencia de todo grupo vocal. Pero estos no siempre se
forman con músicos instrumentistas. Para saber arreglar para
voces y no instrumentos hay que predisponerse de otra manera.
Uno sabe que lo que va a sostener la armonía es el bajo vocal.
Cuando yo me siento a arreglar un grupo como el nuestro
instrumentalmente, sé que tengo un sostén tímbrico abajo que
va a estar dado por el bajo eléctrico, la guitarra o el piano
si es necesario.
-¿Y de allí comienza a edificar?
-Sí, ese es el cimiento, si uno sabe que es estrictamente
vocal es otra cabeza para los arreglos, es otro camino y si
bien Ashpamanta surge como vocal puro, a raíz de mi propia
experiencia como instrumentista empecé a sentir la necesidad
que el grupo tenga una participación instrumental más intensa.
Pensemos que cualquier intervención de músicos invitados va a
cumplir la función dentro del contexto sonoro. N o quiero
cometer el error de poner en un disco la Sinfónica Nacional
con 35 músicos y en vivo sonar a la mitad porque apenas somos
cinco.
-¿Qué recursos emplea a la hora de grabar?
-Hay diferentes, si grabamos en forma individual otorga al
momento de la mezcla final mayor control de cada una de las
voces pero le resta calidad interpretativa, no es lo mismo
cantar uno solo que todo el grupo, entonces tratamos de grabar
todos juntos en una toma y después usar esa toma como
referencia, después si hiciera falta ir grabando las voces
solistas en forma separada y los instrumentos también después
viene la mezcla.
-¿Cuánto tiempo le lleva esta tarea?
-Una sesión de grabación estándar se puede considerar 5 o 6
horas de grabación en el caso de vocales es agotador, y se
nota en el rendimiento. Una mezcla no dura menos de eso por
tema, dependiendo de la complejidad del mismo, cuantos
instrumentos participan, si hay sonidos con efectos
especiales. Por ejemplo nosotros en “Balada de Marzo”,
empleamos efectos de lluvia o en “Camino a Quimilí” viento.
Supongo que este nuevo disco nos va llevar de 2 a 3 meses y
otro tanto de mezcla. Como no tenemos que sacar un disco por
año, podemos cuidar bien el detalle en cada tema.
- A veces se edifican catedrales con cimientos de barro
¿Cómo empieza a edificar el vuelo de un arreglo sin dejar
escapar la esencia que encierra la composición?
-Mi apreciación personal es que el vuelo está bullendo en
la sangre, si el que hace el arreglo o un grupo vocal no
siente la música popular no la puede trasmitir. A veces
utilizar un arreglo o una armonía muy compleja, para nada
tradicional, que tenga más parentesco más con el jazz que con
el folklore por su complicación y sin embargo puede estar
trasmitiendo mucha esencia folklórica.
- He ahí al Cuchi…
-Seguro, el mismo Chango Farías Gómez hasta donde yo sé el
escuchaba de sus padres mucho jazz y por alguna razón se
fusionó esa influencia con la propia esencia. Hay que sentirlo
y tener claro que cosas no hay que utilizar en un arreglo o
que timbre o que instrumentos suman. En nuestro grupo tenemos
percusión criolla y no batería, para mí no es representativa
de una esencia folklórica.
-¿En este nuevo compacto va a abordar otros ritmos?
-Sí, los demás integrantes siempre me lo recriminaron
porque no hacíamos otros ritmos. Hay unas tonadas cuyanas
pendientes, algún chamamé melódico, no el festivo. Tenemos uno
que está en la cocina, digo así porque yo voy armándome un
archivo, voy grabando temas que tienen muchas posibilidades de
formar parte del repertorio. Cuando veo que es posible lo paso
a “la cocina”, o sea a la lista de espera. Mi otra pasión es
la orquesta, estoy trabajando para incorporarla a este nuevo
disco, lo que no tengo decidido es si tomarla en pequeñas
intervenciones en algunos temas o directamente tomar un tema
hacerlo instrumental con parte vocal, pero su participación es
un hecho, tengo muchas ideas musicales como incorporar
instrumentos orquestales para el folklore. Lo que pasa que en
otro ámbito profesional me dicen hace el arreglo de esto y
“esto” es un rap que no me interesa emocionalmente pero como
es bien pagado uno trabaja diferente, el privilegio me lo doy
con Ashpamanta porque no forma parte de los pilares de mis
ingresos, y yo tengo un imán para todo lo que es Leguizamón y
Castilla, el folklore norteño en general.
-Si tuviese que tomar un referente de los arreglos vocales
¿Cuál elegiría?
Sin dudas el Chango Farías Gómez, que sido innovador en una
época donde no se podía porque no se lo entendía. Yo tenía
unos 13 años, lo primero que le escuché es un disco que tiene
un ramito de albahaca en la tapa. Con él me pasó una historia
increíble en el año ’90, cuando estaba en recesión con el
grupo. Llego a casa y encuentro un mensaje en el contestador
de una voz ronca e inconfundible que dice “Soy el Chango
Farías Gómez quiero hablar con Carlos De Palma, por favor
llámame”.Cuando rebobiné no lo podía creer, efectivamente
quería comunicarse conmigo porque con la formación del ’85
hicimos un demo, en ese momento no tenía un estudio de
grabación en casa, así que era un master en casete, hicimos
varias copias que se repartieron y una de ellas le llegó a las
manos a Chango. Cuando le hablo me dice-“Yo estaba en medio de
una mudanza, y me llamó la atención el nombre del grupo, lo
escuché y me gustó porque obviamente estás continuando con una
punta que inicié hace mucho tiempo, pero son muy personal, no
es copia, no se parece a nadie y es muy lindo”- Me citó en la
casa de Marian para proponerme un espectáculo con Teresa
Parodi y él en un teatro. Lamentablemente no pudimos hacerlo
porque el grupo no estaba en actividad. Ese episodio
contribuyó para que decida armar nuevamente el grupo… haberme
perdido una producción con él era increíble.
La polifonía en la mira
-¿Cuándo comienza a sentir la pasión por la música?
-A los siete años empecé a estudiar guitarra, pero mi
primer conjunto se llamó “Las voces del oeste”
porque yo vivía en Ramos Mejía y los otros chicos eran
de Morón, teníamos entre 13 y 15 años y concurríamos al
Colegio French, una secundaria a la cual le debo muchísimo
porque allí empecé a desarrollar toda esta pasión por los
grupos vocales.
-Es decir fue su primer contacto con la polifonía.
- Imagínese que en ’73 la mayoría escuchaba Los Beattles,
Sui Generis, los Rollins Stones, éramos adolescentes y
rebeldes, y nosotros nos creíamos Zupay, porque nos llamaban
de todo evento escolar. Resulta que en la escuela había dos
guitarras que prestaban en las horas libres a aquellos
estudiantes avanzados en la materia, entonces enfilábamos a
buscarlas Quito y yo. El se ponía a tocar rock nacional y de
inmediato era rodeado por toda la división. En cambio yo me
ponía a tocar chacareras y zambas, y s al lado mío solo estaba
un amigo José Luis, integrante de nuestro conjunto. Motivo por
el cual nos habíamos ganado el mote de Chúcaro y Guarany.
Un día nos invitan a una peña que realizaba el coro
polifónico de San Justo porque estaba juntando plata para ir
al Festival Nacional de Coros, nosotros dijimos que sí
urgente. Era la primera vez que íbamos a cantar a un lugar
fuera de nuestra escuela, llegamos con la actitud que éramos
los mejores, porque nos aplaudían, no entendíamos que
aplaudían nuestras ganas, porque éramos jóvenes, cantábamos al
unísono y en algún momento alguno dividía un poco las voces,
uno cantaba para arriba y uno para abajo, eso era todo. A los
13 años, de la polifonía no tenía muchos conocimientos.
Cantamos, nos dieron una mesa para cenar, después presentaron
un grupo que no olvidé nunca, el “Terceto surco”, el nombre
muy llamativo, uno imaginaba trío pero no, cuando estos tres
muchachos abrieron la boca, yo que estaba comiendo una
empanada, casi se me cae. Claro estos chicos estaban cantando
con arreglos vocales y la sensación que tuve fue mirar al
grupo, después a mis compañeros y preguntarme ¿De donde
salieron estos? Algo me pasó, pensé que solo eso era lo
importante, terminamos ovacionándolos nosotros y la gente. Ese
fue mi primer contacto con la polifonía. Al año siguiente el
definitivo fue cuando nuestro profesor de música del colegio
Atilio Calcagno forma el coro juvenil y yo por supuesto fui
uno de los primeros en anotarme, ensayamos por un lado los
tenores, por otro los sopranos, y el día del ensayo general
cantamos la vidala “La flor del cardón”, Cuando abrimos la
boca para cantar sentí un escalofrío, por primera vez
experimentaba la polifonía siendo yo partícipe de ella, y se
grabó a fuego en el alma, a partir de ahí no dejé nunca .
TIEMPO DE VOCALES
-La iniciativa de Stella Crisci y las Voces Blancas han
dado por resultado el movimiento Tiempo de Vocales, Ashpamanta
formó parte de los quince grupos fundantes
-Yo siempre dije que el espíritu de apoyar y difundir a los
grupos vocales es muy difícil de encontrar en otros ámbitos
profesionales porque muchos de los grupos que integran la
comisión organizadora son el sentido literal de esa palabra,
tal el caso de Opus 4.
-Es decir una generosidad que no se da muy seguido...
-Para nada, hay un apoyo real y desinteresado a la hora de
armar las grillas de actuación para el ciclo donde los grupos
consagrados prefieren dejar el horario central a otros nuevos
y ellos colocarse por ejemplo un jueves pudiendo cantar el
sábado a la noche. Es muy loable además del apoyo de los
difusores de folklore totalmente desinteresados como en el
caso de ustedes.
En el último año no se pudo lograr lo que se había
conseguido en años anteriores el hospedaje, la comida, viajes
para los grupos del interior además de alguna actuación extra
en las peñas de la capital, un ámbito muy deseado por aquellos
que los doblegan los kilómetros.
-Este año el Teatro San Martín los espera.
-Sí, durante todo el mes de mayo .Nosotros estamos el
domingo 15 en la sala A-B.
-¡Cuantas salas les han ido quedando chicas!
-Felizmente. Aunque algunos años se tiene un poco más de
apoyo a nivel oficial y otros menos, pero su realización es
posible gracias a la buena voluntad de los que conforman la
comisión organizadora y de los difusores.
-¿Se da cuenta Ashpamanta que al ser miembro de esa
comisión los lleva a estar inmersos en las reuniones junto a
referentes indiscutibles de nuestro folklore?
-Totalmente, cuando comentaba las cosas que logramos con el
grupo esa es una de ellas. Stella Crisci tiene la virtud de
hacerme poner colorado cada vez que nos halaga en el
micrófono, siempre le digo que es una exagerada. Para el
festejo de los 40 años de las Voces Blancas en el Senado de la
Nación fuimos invitados a actuar, nos entregaron un
reconimiento, vivencias inolvidables para cada uno de
nosotros.
Raúl Alamos me comentaba que a veces toma distancia y
conciencia que en las reuniones de la comisión de Tiempo de
Vocales tiene a Alcides Genanián de un lado, los Arroyeños
enfrente, Vocal Argentino de otro, toda gente muy admirada por
todos nosotros.
Esas satisfacciones conseguidas se las debemos a las Voces
Blancas por darnos la oportunidad de mostrar nuestro trabajo a
través de su programa radial “Vocales para los vocales”. Ese
motor sigue impulsándonos para seguir invirtiendo tiempo y
trabajo en nuestro repertorio con el único afán de recrear
nuestro folklore.